Nunca he sido jamás un racista y nunca seré jamás un racista; porque pienso que el racismo es una de las lacras más nocivas que exite entre los seres humanos. Pero hay casos que claman al cielo y es justo denunciarlos. España es bien conocida, en el mundo entero, por ser patria de personas generosas que abrimos las puertas a todos los que vienen en búsqueda de un lugar mejor para vivir. Y está bien claro que no todos los extranjeros han venido a España para trabajar honradamente sino para vivir de gorra a costa de la generosidad de los españoles. En este sentido yo fui testigo de un hecho verdadero y real.
Aconteció durante la primera década del siglo XXI. Escondido en los montes de Crevillente, aislados del mundo entero, existe un campamento de REMAR para atender a personas que tienen problemas de hambre pero, sobre todo, de alcoholismo y drogadicción. Yo estuve allí, en dicho campamento, durante un mes obervando qué es lo que ocurría dentro de aquel círculo de personas y, de común acuerdo con Pachi, estuve observando atentamente. Sucedieron muchísimas cosas durante aquel mes; tantas como para escribir un libro de más de mil páginas, pero hoy me ha venido a la memoria el caso que voy a llamar “El que vino a España a cagar”. ¿Quién era el citado personaje? ¿Qué hacía el citado personaje en medio de aquellas personas?
Como REMAR es una institución cristiana es justo llamar al pan pan y al vino vino. El personaje en cuestión es hindú, o sea nativo de la India asiática. Las primeras sospechas que tuve es que no era gordo, normalmente gordo, sino exageradamente gordo; quiero decir que era gordísimo, impropio totalmente de una persona que pasaba hambre. Después vi como buscaba bronca con todos los que encontraba a su paso; incluso a mí me quiso provocar pero la mandé a la mierda.
Aquel tipo, adorador del dios indio Shiva, no era trigo limpio; pero le tenia psicológicamente dominado a Manolo I, el dirigente superior del campamento, y no a Manolo II con el cual estuvo a punto de liarse a tortazos en alguna ocasión. Manolo I decía del hindú, cuyo nombre no recuerdo ni deseo esforzarme en recordar, que era todo un pedazo de pan. ¡Vaya pedazo de pan en forma de chivato, pelota y traidor! Vi con mis propios ojos cómo, en Madrid, se bautizó como cristiano de manera aparente y sin fe alguna, porque al día siguiente de su bautismo se enzarzó en una pelea verbal descomunal con un tal Flecha (ex legionario) que, a pesar de que la culpa de la discusión la tuvo el gordinflón hindú, tuvo que hacer el petate y marcharse camino de Zaragoza por no darle dos ostias bien dadas al adorador de Shiva. Al día siguiente, después de haberse bautizado como cristiano para aparentar ante los demás que era buena persona, se enzarzó en otra pelea todavía más descomunal con Manolo II, el ayudante de Manolo I, quien le dijo que le iba a cortar el cuello como siguiese con aquella conducta.
Recuerdo también que una mañana llegó un hombre español, ya adulto, para ver si podía quedarse en el campamento por algunos días. Lo primero que hizo aquel hindú, que después de haberse bautizado para engañar a todos (como se demostró cuando se quedó embelesado con un reportaje de televisión dedicado al dios Shiva del cual hablaba el hindú maravillas y amorosa admiración) fue enzarzarse en otra pelea descomunal con el español que había recientemente llegado, el cual no se cortó ni un pelo y le dijo, antes de marcharse sin quedarse ni una sola noche a dormir con los demás, algo que era una verdad como un templo. Lo que le dijo, bien dicho, fue: “¡Tú a que has venido a España! ¿A cagar?”.
Descubrí, por comentarios de personas que le conocían y que circulaban por todo el campamento, que el gordinflón hindú era, nada más y nada menos, que hijo de un alto cargo en la Embajada de India en España. Cuando me despedí del campamento el híndú no se atrevió ni a dirigirme la palabra pues sabía que yo le había descubierto el juego que se traía entre manos. Y todo esto fue real y verdadero. Ni soy racista ni lo seré jamás pero, como buen cristiano que soy, me limito a contar hechos objetivos llamando a cada cosa y a cada caso por su propio nombre y sin tener que usar eufemismos para no engañar a nadie. Existen numerosos testigos presenciales.
Post Data.- En el marco del hinduismo, Shiva es uno de los dioses de la Trimurti (“tres-formas” o “Trinidad hinduista”), en la que representa el papel de dios destructor. ¿Se había introducido en aquel campamento el hindú de marras para destruir la labor humanitaria de REMAR? Pues sí. Esa era la única labor por la que se introdujo en el Campamento de REMAR (Primera Fase) de los montes de Crevillente (en la provincia de Alicante y no muy lejos de Elche).
Contacto.- Remar España – Castell Vell, 6 – 03330 CREVILLENT (ALICANTE) Teléfono 966682151 http://www.remar.org
Real como la vida misma aunque no hay que meter a todos los extranjeros en el mismo saco puesto que hay muchos que son trabajadores honrados que han venido a España para buscar una salida honorable y digna a sus vidas.
Cuando se llama pan al pan el pan sabe a pan y cuando se llama vino al vino el vino sabe a vino.