Era Centenera el quinto caballero de aquel esperpéntico y barojista apocalipsis español de la postguerra. Jinete de cualidades extraordinarias, Centenera era el relevo esencial para conquistar medallas. Un día Centenera le dijo a mi padre: “Don Emiliano, yo creo que este verano…”, a lo cual mi padre, cortando la conversación, le respondió: “Amigo Centenera, no será tan grande la espera”. Y yo creo siempre en lo que dijo mi padre.