Despertó tumbado en una camilla operatoria, atado de pies y manos con electrodos, cables, luces y botones enchufados al electroencefalografo; la pantalla gráfica registraba constantes y oscilaciones del potencial nervioso. Crucificado por la máquina, futuro poder absoluto de la materia y juguete sensitivo de un monstruo accesible a la ludopatía psíquica. Encerrado en una urna de cristal con oxígeno restringido, se encontró siendo objeto de atenta observación. Una jauría de batas blancas y verdes murmuraban en diversos idiomas sin acabar de entenderse, sin embargo, el que aquí no comprendía nada era él, Andy López, que veía como su vida se inclinaba, desperdiciando neuronas como mala semilla que crecía sin rumbo, versátil, repudiada adaptación de caza de brujas a la española, sin “listas negras”, partido comunista y senadores McCarthy. Acusado y ajusticiado sin conocimiento de causa.
Al rato, el silencio se hizo eco y el resplandor de la oscuridad dejaba entrever los tintes de una silueta que sigilosa penetraba en aquella burbuja de jabón mecánico, orientada a una austera maquinación destructiva. En lo alto, brillaba una hoja cortante, el filo de furia contenida se clavó varias veces. En segundos se sintió aliviado de la presión que ejercían sobre él aquéllos hilos eléctricos, desconectados por el desconocido. Saltaron chispas y humo, un olor a quemado se filtró rápidamente.
Vamos, salgamos de aquí antes de que nos asfixiemos.
Era la voz con dulce acento de mujer joven y no le resultaba desconocida. Andy se colocó la máscara que le tendió la sombra de su salvadora.
Tres personajes con portes muy peliculeros, entraron disparando con unas minúsculas metralletas, ¿serían de sus sobrinitos? Iluminaban cada rincón con ráfagas que agujereaban las paredes, el mobiliario y el “Purple Rain” de Prince que se oía por los altavoces.
Al suelo, rápido. Escóndete ahí…
La muchacha que ahora ya podía ver y oler, no era otra que Janina, la Dama Asiática, al servicio de guardar las espaldas al más “pringao”. Mostrándose menos femenina que en su anterior encuentro, pero no menos activa; no hace falta constatar que Andy se alegró de volver a verla.
Janina, felina, práctica y eficaz se deshizo fácilmente del hechizo de los tres pistoleros, matones a sueldo, se preguntó si les quedaría una sustanciosa pensión a sus familiares y temió por ellos.
Janina se había convertido en un torbellino que arrasaba asestando a uno unos golpes de karate, acuchillando a otro y pidiéndole prestada el arma, disparó sobre el tercero.
Vámonos antes de que lleguen más, ¡corre compañero!
Cargaron con las metralletas y caminaron por largos pasadizos que semejaban túneles quirúrgicos de luminosa fosforescencia aséptica, lejos de este arte futurista, valga de postdata, se hallaban en el alcantarillado del subsuelo de la polis, por los conductos residuales subterráneos ramificados de canales sucios con aguas de lluvia y desperdicios. Las ratas paseaban a centenas como en una pesadilla confiscada por mano inquisidora. Una serie de diapositivas fueron arqueándole las cejas.
¡Hostia puta!, Janina, ¿qué es esto…? ¡es increíble!, ¿qué estoy viendo…?
Es fantástico, yo ya he estado aquí en varias ocasiones y no deja de sorprenderme, ¡qué fuerte!, ¡eeeh! Andy, despierta, te has quedado alucinado ¿eh?
¡Joder, sí!, lógico ¿no?, tope Underground, ¿quienes son estos seres tan raros?
¡Ja!, buena pregunta… bien, como ves aquí conviven numerosas sensaciones humanas en forma de tribus suburbanas… Hace un montón de años, llegaron los conquistadores, supervivientes de los disectores de las profundidades. No les convenció nuestra tierra, así que buscaron refugio bajo ella y construyeron sobre terreno seco, en las cloacas, sus viviendas. Dotados de un hiper olfato, congeniaron con las ratas y otros animales de características similares. No te preocupes que no se acercarán a nosotros…
¿Porqué no?, ¿nos tienen miedo?
¡Qué va!, ni mucho menos, pero el olor natural que desprendemos les irrita en su sensibilidad. Vamos, para que entiendas, no les somos gratos a su pituitaria, ¡para ellos apestamos!, agredimos sus sentidos más desarrollados. Entre humedades están resguardados del frío, de las tormentas de invierno y de las palizas que les daban los delincuentes étnicos.
Son ratas de alcantarilla y ¿nunca salen al exterior?, preguntó Andy, curioso e interesado por un hecho tan bestialmente fantástico, desde luego la realidad superaba la ficción. No cabía la menor duda.
No tienen necesidad de salir, apenas lo hacen y es para engrandecer sus conocimientos climáticos y estudios cosmogónicos. Algunos de los más pequeños aun no se han “estrenado”, ¿lo entiendes?, no han visto la luz del día, nada del mundo exterior y sin embargo son geniales. Es fabuloso, te das cuenta de los grandes misterios que esconden esas almas que conocen lo que nosotros desconocemos: el error en que nacimos, la falsedad con que crecemos y el miedo y la inseguridad del morir.
Son pacifistas aunque te resulten un tanto extraños…
Sí, parecen bastante legales… yo sólo había conocido a tribus como los Punks, los Mods, Rockers… los Skins, que no son más que modas y facetas.
Estas tribus son pensadores inmortales, clanes auténticos sin depurar, sin etiquetar, lejos de las lesionadas huestes y de la vorágine del vulgo. Relatos de pobreza contados por miserables a los mendigos del hambre.
Bueno, tampoco hay que alucinar demasiado, supongo que tendrán sus defectos, sentenció Janina, cansada de tanta bondad.
Claro que sí, pero es que esto es superior… es, es… un cuento de ciencia ficción. No lo vemos todos los días, joder tía, ¿has visto sus ojos…?, jamás me fijé en unos tan claros, limpios, transparentes. Su mirada es tranquila y ese color no existe, ¿te has fijado qué tonalidades?, ¡ya entiendo! Ellos hablan mentalmente, se comunican con nosotros. Tienen poderes telepáticos y telequinésicos. Aquí cada uno es lo que es, libres, sin tiempos, sin ídolos, no son competitivos, no tienen prisas, ni políticas… son utópicos, ¡el anarquismo supremo! Analistas de la verdad, el centro del corazón, creo que han hallado el Dorado, serían un potosí para nuestros científicos, ¿no crees?… Pero, pero esto es imposible, ¿qué hacemos aquí?, esto no es real, no está sucediendo ¿verdad que deliramos?, no puede ser, no puede ser, ¡qué va tía!, todo esto es super heavy… pero mejor larguémonos, ¿quieres…?
No necesitas convencerme, nene, estaba empezando a tener complejo de inferioridad, vámonos…
Botas duras de metal iniciaban su persecución, soldados adiestrados para matar, instruidos por un asesino que tras el despacho, una bandera y una fotografía enmarcada del cacique mayor, se distraía disparando a marcianitos en su Play Station y clavando chinchetas de supuestas conquistas en distintos radios del sectario mapa de obsesión. Se traspasa nación por defunción del dueño.