En el pueblo de un amigo vivía el señor León.
Muchos decían que éra un ermitaño, un demente, un exiliado de la vida, pero yo que tuve la gran suerte de conocerlo digo que el señor León éra un señor de piés a cabeza, un caballero, un poeta. Alguien único y especial. Muy especial.
Vivía en un monte de su propiedad y todo el monte estaba lleno de cuevas unas construidas por él y otras que la naturaleza había creado.
Cada cueva tenía su misión. En una pintaba, en otra esculpía, en otra hacía unguentos y perfúmes.
Su casa éra preciosa, éra una cabaña, pero muy bien bien dispuesta de todo.
Toda la cabaña estaba inpregnada de su toque especial. Jamás he visto tanto arte junto.
Tendría 5O años aproximadamente, unos preciosos ojos negros profundos que no dejaban de brillar.. Cuanta sabiduría había en ellos.
Una voz suave, melodiosa. Cuanto me gustó escucharlo. De sus labios sólo salía serenidad.
Desde luego que me enamoré de él. Tenía, éra, todo lo que a mi más me gusta en ésta vida, serenidad, profundidad, sabiduría, pintura, escultura. Todo. Todo junto.
Todo en su monte éra mágico.
Todo en su persona éra mágico.
Y te hacía sentirte mágica a tí.
¡ Cuánto me alegro de haber tenido la suerte de conocer al señor León.
Casi todos aseguraban que estaba loco.
Y yo sólo digo:
¡ Bendita locura!
Un abrazo. Alaia
Me encantan los ermitaños, los dementes y los exiliados…un abrazo Alaia
Mágico tu Señor León en medio de su bendita locura. Es cierto que todo se comprende cuando hay lucidez que desborda los sentidos. El Señor León es persona… y persona magnética por lo que tiene de sabiduría.