El 27 de abril de 2005 (comenzada la primavera) moría en Asunción (Paraguay) el insigne escritor Augusto Roa Bastos. Nacido en el pueblo de Iturbe en 1917, 88 años de grandeza literaria separaban ambas fechas. Y es que Roa Bastos es la figura cimera de la Literatura Paraguaya que también ha dado nombres tan elevados como Gabriel Casaccia, Hérib Campos Cervera, Josefina Pla, Ricardo Mazó, Mario Halley Mora, Roberto Bareiro, Ernesto Báez, Pedro Juan Calderón, Concecpción Lagos, Oscar Ferreiro, Teresa Delgado, etc… pero Roa Bastos es el gran referente literario del Paraguay que obtuvo, además del Premio Cervantes en 1989 (la más alta conquista de las letras hispanas), la Orden José Martí y la Orden del Libertador San Martín en el 2003 ambas, y fue nominado varias veces como candidato a obtener el Premio Nobel de Literatura.
Como a todo gran escritor la infancia marcó a Augusto. Aquella infancia vívida y vivida en el pueblo de Iturbe (un distrito enclavado en la región de Guairá en medio de bosques de pinos “cury” muy cercanos a Asunción ), la dejó latiendo siempre en los escenarios de sus mundos novelísticos; mundos que inició con Fulgencio Miranda (1946) y alcanzó su madurez con Hijo de hombre (1960) y Yo el Supremo (1974). Entre medias obras como El baldío (1966), Cuerpo presente (1971) y en sus últimos años productivos La vigilia del almirante (1992) y El fiscal (1993) que le llevaron a la cumbre de la literatura latinoamericana y mundial.
Roa Bastos, además de singular novelista, también destacó en obras de teatro (La carcajada, La residenta, El niño del rocío), como poeta (El rincón de la aurora, El naranjal ardiente, El género de los Apapokura), como cuentista (El trueno entre las hojas, El pollito de fuego, Los pies sobre el agua, Moriencia, El sonámbulo…) , historiador y ensayista, además de escritor de guiones para cine.
Augusto Roa Bastos criticó a lo largo de toda su obra al poder y al autoritarismo y dijo en cierta ocasión: “el poder es un tremendo enigma, un orgullo humano que necesita controlar la personalidad de los otros., Es una condición analógica de una sociedad enferma”.
Roa Bastos, excelente dominador del idioma hispano (que ali0mentó con gran cantidad de sustanciales vocablos guaraníes) es de los que demostró que el realismo no es simplemente prosaico y por eso aplicó tanto el idioma de los guaraníes. Al igual que José María Arguedas, Augusto Roa Bastos escribió novelas muy pegadas a la “realidad” con numerosas observaciones y relatos de la crudeza en los hechos; pero siempre con un estilo lírico que derivaba, en cierta medida, del uso que haría de las palabras indias y del ritmo de las lenguas indias.
Las unidades de sus novelas se centraban en tradicionales símbolos céntricos (de variada traducción) para representar la resistencia casi mítica del pueblo paraguayo del siglo XX en sus luchas interminables que nunca terminaban del todo. Gracias a esas luchas, Paraguay ya camina hacia su verdadero destino democrático. Pero Roa Bastos, siempre comprometido con las causas de la justicia social, utilizó rasgos estéticos y ciertas técnicas de vanguardia (fue uno de los grandes autores del post-boom latinoamericano) para desarrollar radicalidades experimentalistas bajo una calidad literaria universalmente considerada como singular (por encima de cualquiera de sus modos expresivos).
Es considerado como uno de los intérpretes más serios y profundos de las realidades paraguayas y de la historia de los paraguayos; particularmente individualista y socialmente colectiva, la narrativa “roabastiana” está impregnada de una exasperada indignación social por las injusticias cometidas contra el pueblo y las capas más oprimidas: campesinos sin tierra, obreros del yerbal, antiguos esclavos, prostitutas, leprosos, niños sin padres… con un amor y una ternura que eleva a idealismo social su crítica severa contra las autoridades dictatoriales. Bandera contestataria, fue por eso incluso expulsado de su patria por el general Alfredo Stroessner cuando éste se proclamó presidente en 1954 (hasta que fue derrocado por su consuegro Andrés Rodríguez en 1989).
En su literatura tanto prosaica como lírica, tanto ensayística como teatral, Roa Bastos sabía adoptar símbolos convencionales del progreso (como por ejemplo el tren) o símbolos tradicionales (como el Cristo tallado por un leproso) para apoyarse en transcribir la revolución social. Simbolizó la pervivencia de todo un pueblo más allá incluso de la esperanza.
A medida que Paraguay ha ido surgiendo y caminando hacia el progreso social las obras de Roa Bastos fueron tomando cambios sustanciales y su voz y su discurso se impusieron al tiempo del pasado y del presente por medio de un conjunto de “voces” y “discursos” que lograron dar como resultado sellos identificativos de “lo paraguayo” y, partiendo de varios puntos, situó este sello en el patrimonio verdaderamente sustancial de la cultura paraguaya. Es por eso que Augusto Roa Bastos es para Paraguay como Gabriel García Márquez es para Colombia, o Mario Vargas Llosa es para Perú, o Jorge Luis Borges es para Argentina. Un fenómeno de sugestión colectiva nacional proyectado al carácter universal que traspasa todo tipo de frontera.
Quien desee conocer de verdad la sociedad paraguaya y sus niveles intelectivos, además de otras muchas cosas, yo le recomendaría que no deje pasar por alto el leer y estudiar interpretativamente la obra artístico-literaria de este singular escritor. Sus novelas, poemas, cuentos, obras teatrales, ensayos…
Porque no sin razón se llamó Augusto. Augusto Roa Bastos.
Excelente exposisción, completa y muy informativa, me alegra cuando el trabajo de un compatriota es exaltado de tal manera, gracias por tener en cuenta mi comentario.. por cierto existe un texto inedito de Roa Bastos, Se llama “Penal Paraiso”, si aún no lo has leido, te lo puedo enviar por mail.
Gracias otra vez, hasta luego.
Gracias Diavolo. Intentaré encontrar ese texto llamado “Penal Paraíso”. Si no lo consigo hallar me gustaría que me lo enviases por email. Ya me pondré en contacto contigo para decírtelo. Un abrazo y gracias de nuevo.
Nota Aclaratoria: el Pino “cury” es el llamado Pino Paraná de la región latinoamericana de la Araucana Angustofilia, que vive en los bosques ombrófilo mixtos del Cono Sur de Sudamérica, habiendo resisitido a la acción de las civilizaciones modernas y estando protegido hoy por las leyes ambientales de diversos países (entre ello Paraguay). “Cury” en idioma guaraní significa “piñón” (el fruto de las piñas de los pinos), por lo que Pino “cury” podría asemejarse al Pino piñonero de España.