¿Quiénes son ellas? preguntan los sesudos señores del chaqué y la pajarita. ¿Quienes son ellos?, responden las sesudas mujeres de los sesudos señores del chaqué y la pajarita.
Vamos por esta vez a molestarnos en responderles. Lean libros de cultura general, diccionarios de cualquier tamaño, color o editorial, posters de publicidad, vallas publicitarias de modelos tal como Dios las hizo, envoltorios de chocolatinas de cualquier marca o calidad, el crack mañanero que nos despierta cuando todavía estamos soñando con ellas,
el shock del envase de una bebida tonificante que nos acaba de encasquetar el chino de turno y que no tenemos ni idea de donde procede pero que tiene un líquido más bueno que la Garbo de los años tarras, papeles y papeletas varias que nos empaquetan en las puertas de los metros, letreros miles que vemos cuando damos vueltas como moscas asidos a las caderas de ellas para mantener nuestro difícil equilibrio fisico-psiquico-mental y otros equilibrios de sonambulistas chipineros, etc. (Y además que leer es muy necesario para aprender ciertas cosas fundamentales sobre los voremistas ceroceristas y las “chipin” de los voremistas ceroceristas):
Después de ser nosotros mismos (no el nosotros que los demás dicen con total convicción y creencia que somos) y de haber alcanzado la síntesis epitelial del Tiempo y otras muy interesantes propuestas que nos hacen ellas para que las investiguemos y se las entreguemos para el día del examen, podemos ya optar algo así como a un camino, avenida, vía, vericueto o cualquier veredilla que se nos enfrente en este nuestro Destino de magna magnitud: el Destino de recuperar todos los días de nuestra existencia, hacer con ellos un verdadero petate, echarnoslo al hombro como los maletillas taurinos y vivirlos en un futuro sin final y sin vuelta de hoja a pesar de las amonestaciones de mayores y curas. Un hombre voremista ama la fantástica creación de una hembra voremista expresiva (chipin) que le guía hacia la apoteosis del placer y le hace ser el afortunado ser que sabe dónde está la adecuada medida para someterla a su gesto y gesta de grandezas innegociables. No negociamos con nadie cambiarlas, venderlas, traspasarlas, alquilarlas, enajenarlas (sobre todo no enajenarlas), etc. porque nuestra victoria es desposarlas sin dudar y así tenerlas activadas -como minas anticuerpos a punto de explotar- en el incombustible principio de las cortas distancias, como fórmulas expresivas de nuestros sentimientos siempre dispuestas a nuestros innegociables caprichos.
Después de ser nosotros los exclusivos propietarios de sus bocas ellas son las cantautoras de nuestras letras victoriosas e invierten toda su belleza en el íntimo espacio de nuestras loca Fantasía… cerca, muy cerca, de nuestro único fundamento: el embrujador capricho de ser sus ideales. Aún hay muchísimo más pero todo ello queda para la privacidad de cada pareja formada por un solo voremista y una sola chipin de ese solo voremista (para dejarlo bien claro y que no nos pregunten más acerca de estos asuntos).