Se llama Emiliano, le dicen Emilín y él se hace pasar por Emilio. De ahí que todos le conozcan como Emi Lío… porque de portero es una calamidad (que le llegan a meter hasta 8 goles sólo en la primera parte); de defensa es un petardo (que no hace otra cosa sino deambular sin sentido buscando los tobillos de los rivales porque a falta de técnica usa las marrullerís), de mediocampista jamás ha jugado (para eso tendría que tener más luces en el pensamiento, o sea más inteligencia) y como delantero sólo espera la “llegada de los higos chumbos” porque ni es goleador ni nada que se le parezca.
Le gustan los líos políticos de la extrema derecha. Fue brazo derecho del ya fallecido Blas Piñar (menos más que ya no está entre nosotros el dichoso Blas) y es líder de pandillas neonazis que dirige desde la “sombra”. Y todo ello como producto de su pubertad: cuándo decidió cambiar de chaqueta (abandonando a la izquierda y al Athletic Club de Bilbao) y se hizo falangista. Por eso, en su casa, hace a todos cantar, brazo en alto, el “Cara el Sol”… y cómo seguidor de José Antonio también repite lo de “defenderé mis ideas con las pistolas”. Sólo que sus pistolas son ya solo de agua…
Tiene dos adláteres (seguidores) que le doran la píldora: Benito el de las cogorzas monumentales y Toñito el de la glotonería sin final.
Final: ¡Doy mi palabra, según promesa de Jesucristo, de que ninguno de los tres verá en vida a mi Gran Sueño!. Si. El 16-18 que sueño tanto…