Hacía 4 largos años que no sabía absolutamente nada de él. Tan siquiera sabía en dónde encontrarle porque el cieguito Edgar Tapia es un vendedor ambulante de caramelos, chicles y tabacos. Con Edgar siempre tenía yo, hace más de 4 años, largas y bonitas conversaciones en los patios y jardines de la Universidad Central de Quito. Él era un asiduo seguidor de Amanecer Deportivo y todas las mañanas nos escuchaba a Pablo Montenegro y a mí. El caso es que hacía ya 4 largos años que no sabía nada de él ni de su paradero.
Ahora, al volver momentáneamente a Quito desde Colombia, he pasado con mi amigo Fausto Zambrano por la Universidad Central de la capital ecuatoriana. Y sorprendentemente he encontrado a Edgar Tapia. Edgar es ciego y no ve a las personas pero tiene desarrollada una enorme y prodigiosa capacidad de escuchar hablar a las personas y reconocerlas por la voz.
– !Hola, cómo estás amigo!
– !!Hola!!. !!Qué alegría volver a estar junto a tí!! (y me ha nombrado por mi nombre propio y mis dos apellidos más el seudónimo Diesel porque Edgar Tapia tiene también una memorable memoria)
Con Edgar, y Fausto de testigo presencial, he pasado una media hora de larga charla emotiva y sentimental. !Cuántas cosas recuerda este sensacional personaje que a mí ya se me habían borrado de la memoria!. Él es seguidor de la Liga Universitaria de Quito que acaba de clasificarse a la semifinal de la Copa Libertadores tras eliminar al San Lorenzo de Almagro argentino.
No sólo de fútbol hemos hablado Edgar, Fausto y yo… sino de múltiples y variados temas de acá y de allá. De América y de Europa. De países y de regiones. De hombres y mujeres. De seres humanos que lo pasan bien y de seres humanos que lo pasan mal. De justicias e injusticias.
Y me he despedido de Edgar prometiéndole que voy a cumplir con su deseo: me pide que le compre una regleta brailley porque quiere ser escritor. Lo voy a hacer. Edgar, el cieguito de la Central, será escritor… y hasta es posible que se apunte al Vorem…
Sería un placer para mi inmenso disfrutar de él por aqui en el Vorem,
que entrañable reencuentro, muy especial.
Espero leerle por aquí.
Un abrazo Diesel