En cada despertar hay una carta abierta y otra cerrada aun por leer que posiblemente hable de cómo llegar a ti. Una idea única y atrevida con la duda como bandera.
El papel está mojado por el esfuerzo de llegar hasta mis manos y por la tormenta de aquella noche en la que juré no volver a hablar de amor. Todo está escrito en una cálida esperanza que alguien echó en mi buzón.
Hace frío amor, dime como andar, dime si me buscarás y si al llegar me llevarás contigo amor.
No temas más amor, que yo no te castigaré con olvidos ni haré de nuestro amor un eco sin voz.
En todo despertar, allá donde no vi hubo una flor abierta como el sol y fue entonces cuando quise volver al calor del despertar.
En todo despertar, allá donde no vi estuviste tu. mirándome en la distancia mirando como yo al cielo.
Todo comenzó así, en una habitación-. Y como dice Dios el mundo a de seguir.
No hay fríos, no hay rincones, no hay remedios si tu no estás, no hay charcos en el bosque todo es fresco como tu y yo. No hay montes más lejanos pues él nuestro ya llegó.
Un comentario sobre “En cada despertar.”
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En cada despertar hay un síntoma de apertura. Con el amor transitivo podemos viajarla. Con el amor interrogativo podemos interpretarla. Con el amor subjuntivo podemo sentirla. Besos, NASIA.