En el parque hay niñas y niños jugando y correteando y risas,
y lo que no hay son prisas.
El parque está en la calle, la segunda a la izquierda después de
la bodega que tiene dos toneles bastante grandes en la puerta del establecimiento.
Entre esos niños hay insignificantes nubes de polvo que discretamente se elevan, y se depositan sobre los zapatos, y avanzando una pizca más se depositan sobre los calcetines de sus pies pequeños, y sedientos de divertimento, los cordones medio sueltos van correteando tras un balón de plástico ya aturdido, que no sabe a donde hay que ir a parar para quedarse tranquilo en un rincón, pobre balón, en paz descansar quiere, pero no puede, no se lo permiten.
Los pequeños y las pequeñas se divierten, ergo dan voces de juegos divertidos son cruciales.
Cerca muy, hay perros sueltos. Que también. Con sus dueños.
El parque está en la calle, en una buena zona de la vía, a buen recaudo, con setos; el parque fue diseñado por.
En la casa consistorial de toda la vida trabaja un profesional de la arquitectura, quizá del diseño, quizá un paisajista, que siendo un niño, su madre, su padre y la tía Virtudes, lo obligaban a no salir a jugar al parque con otras criaturas de edad similar. Lo obligaban a seguir estudiando, y él por miedo accedía, así que estudiaba y estudiaba lo más intelectualmente posible, imaginando con fuerza como los otros niños se divertían correteando por el parque allí cercano. Imaginaba de tal modo, que él no se podía centrar en sus importantes estudios, y se quedaba medio llorando triste apenado, ojos humedecidos, queriendo salir y no tener que quedarse en su habitación estudiando para que cuando fuese mayor.
Pero la realidad era otra.
Sus familiares le decían con disimulada intimidación que debía estudiar, prepararse, cuanto más preparado mejor, para que de mayor fuese un buen.
Buen planteamiento. Dejas inconclusa la finalización pero quizás eso sea lo grandioso de este cuento. Cada cual puede interpretar libremente quién o quiénes impiden que el niño pueda jugar con los demás. En el contexto del cuento quizás la respuesta esté en todos aquellos que, siendo niños, nunca pudieron hacer otra cosa que vivir en el aislamiento donde les introdujeron. Viajar por el mundo de las infancias es una manera integral para poder escribir cuentos sobre la infancia. Lo que sucede es que, a veces, hay niños que no pudieron hacer otra cosa más que quedarse encerrados en casa obligados a estudiar la vida a través del estudio y no de las vivencias. Okey.
Y es que cuando un arquitecto diseña debe saber que también diseña sonrisas, conflictos, acciones, propicia encuentros, se apropia de ventiscas, de sueños y es el artífice de esas cosas. Mmmm por eso tengo el orgullo de ser arquitecto. Un saludo Volks… me has hecho suspirar.