Lo puedo decir cantando como Raphael pero prefiero decirlo solamente hablando: digan lo que digan los demás… yo sólo soy un joven de 18 años de edad y, como tengo 18 años de edad, tengo derecho a emitir mi voto; pero hay algo más que me interesa mucho más que emitir mi voto. Lo que quiero no es sólo tener derecho al voto sino que se escuche mi voz. Y resulta que, analizando la experiencia, mi voz no me la dará nungún ningún Partido Político si sólo soy uno más de sus bases. Mi voz me la da mi toma de conciencia ante los problemas sociales.
Sé que todos, hombres y mujeres por igual, somos animales políticos; pero lo que queremos quienes somos jóvenes mucho más allá de cualquier edad, es ser animales políticos pero racionales; usando nuestras propias razones democráticas. En este sentido soy un periodista que forma parte de la ONG MUAD que significa Mujeres Unidas Aportando al Desarrollo, pero si pensáis bien, sin pensáis con la lógica racional, también significa Muchos Usamos Autonomía Democrática.
Ya en el lejano año de 1989 después de Jesucristo, Francis Fukuyama (que entonces era asesor del presidente de los Estados Unidos) escribió un libro titulado “El final de la Historia” donde expuso el tema de “la muerte de las ideologías”. No vamos a entrar en discusiones bizantinas sobre si Fukuyama llevaba o no llevaba razón; pero lo que quiso decir es una gran verdad. Las ideologías están completamente obsoletas en el mundo actual y sólo nos están conduciendo a “callejones sin salida”. Y es que yo propongo un futuro (y ya lo he dicho en múltiples foros donde se me ha permitido expresarme con mi propia voz) no basado en ideologías sino basado en idealogías. ¿Qué diferencia existe entre ideología e idealogía? La diferencia abismal que existe entre la muerte de nuestas propias voces cuando no co¡nciden con los intereses creados de los politólogos de las idealogías y la vida plena y completa que nos ofrece un mundo basado en ideas, solamente en ideas creativas que nos hagan, por fin, rescatar las voces de los más necesitados que quieren expresar sus sueños; esos sueños humanos de querer aspirar a vivir todos mejor y no a que vivan solamente mejor los ideólogos políticos a costa de nuestros votos.
Las ideologías son las causas de nuestros problemas como siempre lo han sido a lo largo y a lo ancho de toda la Historia. ¿Fue por eso por lo que Francis Fukuyama se refería al “fin de la historia” y a la nueva aparición del “primer hombre” cuando basemos todos nuestros derechos (incluidos los del soñar con un mundo mejor para todos) en el mundo de las ideas (idealogías) y no en el mundo de las ideologías politicas, sociales o de cualquier otra categoría? Quizás fue eso lo que nos quiso decir Francis Fukuyama en 1989.
El mal de las ideologías partidistas (sean del “color” que sean) es que no se preocupan de nuestras necesidades reales salvo las que les interesan a los Partidos que son, por desgracia, las necesidades que nos crean cuando nosotros sólo tenemos voto para nombrarles nuestros representantes pero no para tener voz y decir que sus necesidades, las necesidades que nos crean desde sus sitiales del poder, no son las nuestras porque las nuestras pasan por tener -además del voto o del no voto- voz y agallas para decirles que sólo defienden sus propios intereses creados por ellos mismos; pero no es lo que nosotros necesitamos. Lo que necesitamos es que se apliquen, en verdad, los derechos humanos a todas las personas -hombres y mujeres de cualquier edad- aunque no pertenezcamos ni deseemos jamás pertenecer a sus Partidos. El mundo está “partido” por culpa de los Partidos. Y eso sí que es una gran verdad.
Así que la premisa inicial para poder tener voz propia y que nuestras voz propia se pueda escuchar por los seres humanos es la toma de conciencia. Y aquí, en el tema de la toma de conciencia, tenemos que tener mucho cuidado en no caer en un grande abismo que se llama “alienación”. Si dejamos que nos alienen con cualquier “pasatiempo” no seremos capaces de estar liberados para pensar por nosotros mismos y por nosotras mismas. La alineación (que la aplican todos los Partidos Políticos) es la muerte de nuestras propias ideas; es habernos introducido en la anulación de nuestro derecho a expresarnos libremente; es la desaparición total de nuestras personalidades. ¿Cómo puede ser que muchos hablen solamente, y hasta a veces se maten entre sí, porque Cristiano Ronaldo ha metido un gol o no ha metido un gol o porque el árbitro haya pitado penalty o no haya pitado penalty en una falta cometida contra Leo Messi? A eso sólo se le puede llamar lo que es en realidad: alienación en el más amplio sentido de la palabra.
Se habla, hoy, de la muerte de Adolfo Suárez y si fue o no fue el gran político de la Transición Española. Cada politicólogo dice de Adolfo Suárez lo que más le conviene decir según sea de un Partido Político o de otro Partido Político. Todos ellos desean arrimar sus sardinas a las ascuas que mejor ardan y mejos les interesen que ardan. Pero ¿cuál fue la verdad de la Transición Española que nos llevó de la Dictadura de Franco a la Democracia de Suárez?. Es hora de decir la verdad. Aquella Transición que, a pesar de ser pacífica sí que se cobró un cierto número de víctimas, la llevamos a cabo unos cuantos españoles y españolas que salimos a las calles a expresar nuestras voces, a decir lo que de verdad sentíamos, a combatir por nuestros Derechos dentro de una sociedad libre y democrática. Sólo fue, diciendo la verdad, la lucha de unos pocos y unas pocas que nos ofrecimos, en base a nuestra toma de conciencia, a luchar por esas libertades que se cobraron, y es verdad que se cobraron, algunas victimas que cayeron en las manifestaciones que hacíamos a la vista del mundo entero. A la mayoría de la población les importaban menos que un bledo nuestras luchas por la Democracia y sólo se limitaban a mirarnos como en el Coliseo de Roma los espectadores miraban a los gladiadores en sus luchas para vivir o morir ante los hambrientos leones. La mayoría de la población española y hasta extanjera se lavó las manos, se regufiaron en sus alienaciones del “pasatiempo ocioso” y luego, una vez que conseguimos la victoria final’, se ufanaron y se enorgullecieron como si ellos hubiesen librado aquellas batallas cuando la verdad es que estaban en sus casas celebrando cualquier entretenimiento, cualquier ocio elienador. Pero una vez conseguida la victoria final bien que se subieron al “carro de l’os vencedores” para formar parte de la Historia a nuestra costa con sangre incluída. Esa fue la triste pero gran verdad.
Doménico Cieri Estradi escribió que “Es un arte saber ceder ante la trivialidad”. Cierto. Ante las trivialidades que conllevan todas las alienaciones para que dejemos de pensar en nuestros problemas existenciales, es un arte saber ceder porque no significan nada importante para quienes tenemos toma de conciencia; pero quienes tenemos toma de conciencia no debemos hacernos ni los ciegos mirando para otra parte, ni los sordos escuchando otras noticias…. porque nuestra obligación (que es la misma obligación que deberían tener todos y todas) es la de seguir luchando para alcanzar las metas que todavía nos quedan por coquistar. Que todavía son muchas como estamos viendo, viviendo y padeciendo.
No es una cuestión de violencia (como algunos se están creyendo y están ejercitando por equivocación) sino una cuestión de inteligencia. Venceremos siendo inteligentes pero no siendo violentos. Porque hay que volver al principio; a aquellos tiempos en que la Democracia se desarrolaba en las “ágoras” y en las plazas públicas en base a la comunicación entre los humanos, al diálogo entre los humanos, al convencimiento de saber cumplir con las necesidades humanas a través de las ideas de los seres humanos. Y cuando digo ideas no digo ideologías.
Molina de Segura (Murcia)
A día viernes 28 de marzo del año 2014 después de Jesucristo.