!Un abrazo, entrañable amigo del Vorem!. !Hecho mucho de menos tus hondas valoraciones plasmando ideas evolutivas!. Ahora hay un espacio de silencio en ti. Espero que sea ese silencio creativo en el que, de vez en cuando, nos envolvemos los humanos acompañados de nuestra inseparable sombra. Si hecho en falta tus textos es porque siempre he visto en ellos una especial manera de entender la vida. Te he sentido siempre como un profundo creador de espacios para pensar y para acompañar en el silencio de mis noches lectoras. Has introducido en el Vorem grandes sentires con tu Gea testimonial y te hago saber que tus sincréticas manifestaciones siempre me llenan de contenido.
Me recuerdas mucho a Juan Rodríguez, un compañero de estudios del Instituto San Isidro con el que, a la salida de clases, todos los días bajaba por la Ronda de Toledo charlando de trascendentes pensamientos que iban formando, en nosotros, una cadenciosa evolución hacia la madurez que terminaba en las orillas del río Manzanares con un !hasta mañana compañero!.
Juan Rodríguez me dijo un día que la amistad es siempre una luz en medio de la niebla. Y yo, amigo Grekosay, te he presentido siempre como una de esas luces que iluminan cuando el día es gris. Hasta siempre, amigo, y que tu pluma siga creando espacios de esa expresiva libertad donde siempre se descubre a un verdadero ser humano. Animo, compañero, sal pronto de la sombra y vuelve a sacar a la luz esas tus bellas y soleadas metáforas que tanto iluminan a este mi pesado corazón. El corazón pesado del que tan brillantemente habló un día Alberto a través de este vorémico planeta. !Un abrazo también para ti, amigo Alberto, y gracias por tu alentadora compañía que une sentimientos a través de la distancia!.