Era mi cuerpo a la vez
un enredado pensamiento
de verbos en las orillas
de aquel caminar sediento.
Y el viento
traía a mis sencillas
palabras su propio acento.
Era mi cuerpo a la vez
un especial aliento
de caminar somnoliento
mientras todas las campanillas
abrían su sentimiento.
Era mi cuerpo a la vez
un pensar humano y cierto
que todo aquel concierto
del moverse en las capillas
de aquel viejo campamento
en que contaban semillas
en vez de hacerlas un cuento
de aventura en movimiento
eran mojadas cerillas.
Era mi cuerpo a la vez
fuego, aire y sentimiento…
y muy lejos de aquel convento
en que ellos, de puntillas,
buscaban su propio sustento
yo me alimentaba de ciento
y hasta de mil redondillas
en forma de breve soneto.
Era mi cuerpo a la vez
un feliz y alegre momento
enclavado en el sustento
de beber fino jerez.
Era mi cuerpo a la vez
el agua del río abierto
que corre por el desierto
haciendo las veces de pez.
Pez que nadaba hambriento
del verbo de Dios pensado
en este libre contexto.
Y siendo un cierto texto
me siento ahora soñado
escribiendo sin pretexto.