Eran cuatro jinetes
por los campos de Castilla.
Uno llevaba una espada
de oro que relucía;
otro llevaba un puñal
de plata con pedrer´´ia;
otro llevaba una daga
de bronce que resplandecía
y otro llevaba una flor
mientras siempre sonreía.
Eran cuatro jinetes
por los campos de Castilla.
El de la espada gozaba
mientras del pueblo reía;
el del puñal engordaba
de tanto que él comía;
el de la daga maquinaba
mil traiciones a porfía
y el de la flor cantaba
poemas que él escribía.
Eran cuatro jinetes
por los campos de Castilla.
La espada quedó quebrada
cuando un rayo la partía;
el puñal quedó perdido
en medio de la gran ría;
la daga quedó anulada
mientras la dama dormía
y la flor quedó clavada
en el corazón de la niña..
Eran cuatro jinetes
por los campos de Castilla
pero el padre quedó vengado
de la grande felonía
cuando reinaba en la corte
una grande señoría
y era el conde real
aquel que la flor rendía
a la niña enamorada
mientras el padre moría.
Intentaré escribir el “Romance de la luna llena” (que se me acaba de ocurrir este título en estos instantes y a ver si lo pu9edo escribir esta misma noche). Un abrazote amistoso.
Me ha gustado leer este romance. Lo has llevado con mucha sencillez y elegancia. Deberías de escribir más romances, son los poemas que más me gustan.
Un besote.