Te observo. Cambias mi visión de la vida. La filosofía de los líderes de ocasión no me interesa para nada. Está la vida tan condensada en ti que, a estas alturas de mi juventud, ya no manejo teorías amorosas. No existen horarios ya para mí… porque la luz de tus ojos es el foco eterno que ilumina mis caminos. ¿Quié fue antes de todo esto? ¿Qué fue aquello que ya no es porque se quedó en las hojas de los calendarios ya ajados por el paso y el peso de los años? ¿Qué sucedió con todo aquel mundo de teorías conspiratorias? No me interesa ni saberlo ni recordarlo. Quedaron ya atrás… muy atrás. Ni las recuerdo con detalles ni me inmuta olvidarlas para acordarme solo de ti. Hallarlas de nuevo sería como una manía de nostalgias que ya ni poseo ni me poseen.
Exactamente eres tú mucho más que un conjunto de teorías amorosas falsas que vienen, con ilustraciones incluídas, en los libros de mi Literatura. Y es que, al final, como al comienzo, todo renace en ti de nuevo… y no como teoría sino como práctica de la Verdad. Quizás aquellas teorías amorosas ya ajadas por el paso u el peso del tiempo no conozcan que la práctica te ha hecho mucho más joven de lo que incluso yo pensaba. Aquellas teorías sólo eran latidos de corazones fríos; excusas para pasear por la vida sin tener que aburrirse con la monotonía de contar, miles y miles de veces, cifras exactas que eran siempre inexactas. Cosas del amor. Aquellas cifras exactas, que eran siempre inexactas, quedaron escritas -grafitis de esperanzas baldías nada más- en los muros de mi corazón. Sólo eran derrotas de minutos nada más. Pero ahora vivo todas las horas enteras contigo y esa es mi victoria. Vamos ya hacia el infinito… hacia la cumbre…
Y, una vez arriba, en el momento álgido de nuestro poético covivir, cortaremos el cable que nos ata al pasado. Verás que fécil es. ¡Ya no existe la mentira de las frías teorías del pasado!. ¡Ya no hay futuro!. Sólo nos queda, como única verdad, este presente sin teorías… este presente que no se acaba… este presente que es la certeza amorosa del cálculo infinitesimal de nuestros corazones. Y es que, en el mundo de aquellas frías teorías, todas se parecían a ti pero no eras tú sino tu reflejo. Nadie es, en realidad parecida a ti ni parecido a mí. Todo el mundo sabe ya lo que va a pasar en el futuro. Y se quivocan rotundamente porque aplican frías teorías amorosas realizando cálculos de probabilidades para ver si les conviene amar o no amar según sus propios intereses. ¡Cómo si el amor lo hubiese inventando el mas temático de los matemáticos!. Tú eres más… muchos más que aquellas frías teorías amorosas escritas una… dos… hasta tres veces en las pizarras universitarias. He áhí el enigma que me llevó hacia donde estabas tú.
Todos dicen saber o saben (en realidad es igual que digan saber o que sepan de verdad porque son ajenos a mis sueños) lo que va a pasar mañana. Nosotros ni tan siquiera sabemos qué va a pasar en el próximo minuto. Y, sin embargo, tenemos muchas más Verdad que todos los teóricos juntos. Vivimos. El mañana sólo es este vivir cada segundo del día de hoy y sin tener que plantear frías teorías amorosas.
Aquellas falsas teorías del pasado ya no me son incógnitas por despejar. Las ha despejado la defensa del tiempo, hemos comenzado a hacer circular nuestro propio juego en el medio exacto del espacio en el que estamos jugando y acabamos de anotar el tanto de la victoria. Si alguien quiere pensar que es falso no nos interesa porque es nuestra realidad. Y es que tú eres más que una teoría falsa en el área de la Verdad. En ese área donde los disparos amorosos besan la red de tus pupilas.