El calor, el sentimiento y la espiritualidad (cosa ésta última totalmente opuesta al espiritismo) son partes esenciales de nuestras vidas cristianas. No podemos vivir sin ellos y queremos vivir lejos, muy lejos, de los espiritistas y las espiritistas; porque mientras la espiritualidad se puede definir como “cualidad de las personas o de las cosas espìrituales además de conjunto de principios y actitudes que constituyen la vida espiritual de una persona o colectividad”; al espiritismo se le define como “una creencia basada en la existencia y la manifestación de espíritus y comunicarse con ellos con la ayuda de objetos (tablero ouija) o de persona en estado de trance hipnótico (médiums)”. Por mucho que algunos lo intenten, nuestras vidas serían imposibles de vivir sin el sol, sin el amor y sin Dios.