Estrellas de la fugacidad

Anoche celebramos una fiesta en casa con una gran cantidad de amigos y amigas. Estábamos celebrando la nueva casa en dónde vivimos. En el campo. En la Urbanización de Los Valientes. Muy cerca de Molina de Segura. El ambiente era de una gran felicidad y todos cantábamos al son de las guitarras. Llovía ligeramente en el jardín. Pero dentro de la casa estaba encendida la chimenea y crepitaba la leña. Todos estábamos calientes y nuestras células corporales ardían en medio de la pasión ambiental. Entonces hubo un momento en que necesité salir afuera…

Pedí permiso por sólo unos minutos y salí al exterior. Anduve por las calles de la urbanización y me dirigí por una vereda estrecha hacia el monte. Me senté en la roca y comencé a contemplar extasiado el cielo. Una cierta cantidad de estrellas fugaces cruzaron el espacio y repentinamente mi alma se embargó de un profundo destello. Mis ojos se iluminaron con la luz y unas lágrimas imposibles de contener surgieron de ellos. Comencé a cantar mis canciones preferidas de la infancia. Y volví a ser de nuevo niño. Me veía jugando como en aquellos años de profunda felicidad. De pronto me sentí elevado en el aire y volé por el espacio sin poderme detener. Cuando volví a la realidad sentí un profundo cambio en mi alma.

Regresé al hogar. Me dirigí directamente a la guitarra y comencé a cantar la más bella canción que jamás he cantado. Todos guardaban profundo silencio. No sé qué ocurrió pero de repente todos nos encontrábamos cantando y bailando en la sala. No he dicho a nadie donde estuve durante esos minutos y lo que le sucedió a mi alma. Pero jamás he recibido un beso tan dulce de Liliana como el de esta noche. Las estrellas fugaces habían hecho el milagro.

Ahora que os escribo es de mañana. Y voy cantando por las calles de Murcia mientras la gente me mira pensando que soy un loco más de los muchos que andan perdidos por la vida. Sí. Perdidos de amor profundo…

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