EXTRAVIADAMENTE
amantes, por el mundo.
¡Amar! ¡Qué confusión
sin par! ¡Cuántos errores!
Besar rostros en vez
de máscaras amadas.
Universo en equívocos:
minerales en flor,
bogando por el cielo,
sirenas y corales
en las nieves perpetuas,
y en el fondo del mar,
constelaciones ya
fatigadas, las tránsfugas
de la gran noche huérgana,
donde mueren los buzos.
Los dos. ¡Qué descarrío!
¿Este camino, el otro,
aquél? Los mapas, falsos,
trastornando los rumbos,
juegan a nuestra pérdida,
entre riesgos sin faro.
Los días y los besos
andan equivocados:
no acaban donde dicen.
Pero para querer
hay que embarcarse en todos
los proyectos que pasan,
sin preguntarles nada,
llenos, llenos de fe
en la equivocación
de ayer, de hoy, de mañana,
que no puede faltar.
Y todo enajenado pordrá el cuerpo
descansar, quieto, muerto ya. Morirse
en la alta confianza
de que este vivir mío no era sólo
mi vivir: era el nuestro. Y que me vive
otro ser por detrás de la no muerte.
Pedro Salinas.