¡Cómo presume de pecho
ese hombre tan feo,
engalanándose de joyas baratas
de mercadillo viejo y seco!
Pareciese ser un truhán,
un artista, una embustero…
Las sonrisas tiesas, ocupa
el tiempo, tirando besos
a sus señoritas, “- que feo
es ese hombre, que feo…-
¡Cómo alza la vista!,
dos auténticos luceros,
escondidos tras las barbas
de ese hombre tan viejo,
no se dejan ver, negros…
Tan feliz, indiferente,
no le dañan los espejos.
Se mira dentro, sonriente:
“no necesito ser hermoso,
ni que me miren con celo, sé:
para eso existen
el mar y el cielo…
¡Míralo, como presume de pecho
ese hombre raro y feo!
Aunque nadie sepa aún, que su cielo
su ser, su belleza, todo…
…¡todo está dentro!
Muy bien plasmado ese hombre tan feo, aparte de que sea tan feo no estaría mal mirar también en su interior haber si también sigue siendo feo jajaja, saludos afectuosos Alborjense
Aprender a aceptarse con todos los defectos o virtudes es uno de lo mayores retos. Seguramente , el feo, disfrutará más del mar y el cielo que el guapo que baja su verde mirada ante los demás anulando lo mejor de los sentidos.
Me gusta el paso firme de ese hombre raro y feo.
Como una canción de zarzuela, escrito lleno de musicalidad, gracia y donaire. Todo un personaje este Feo, todo un auténtico Don, en todos los sentidos. Los indios zapotecas de mi México tienen una canción que dice:
“Que murmuren de mí, vida mía,
deja que lo hagan, no digas nada,
qué culpa tengo si soy un feo,
que murmuren de mí, vida mía,
qué culpa tengo si soy un feo.
Tú sabes que un feo sabe amar,
entrega todo su corazón
y te llevará al altar.”
Tu trabajo esta hermanado con esta letra: comparten el mismo talante de jolgorio de provincias, sabio y alegre.
Felicidades
Ese hombre si sabe de felicidad, sabe no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos, o sentimos ser. Saludos!