Acabo de cumplir un año en el Banco; un duro año donde he puesto todo mi entusiasmo en lasjornadas laborales y he rendido tan “a tope” que he pillado de sorpresa a más de uno, a másde dos, a más de tres, a más de cuatro, a más de cinco, a más de seis, a más de siete, a másde ocho, a más de nueve, a más de diez y a más de un larguísimo etceeeeeeeeetera. Dirige elNegociado de “la Compe” (y vengo de la competencia) Follente el displicente.
Según la Real Academia de la Lengua Española, la de la calle Felipe IV número 4 (y no merefiero a ninguna chavala de muy buen ver sino al domicilio de mi querida Academia dondebebo definiciones sin cesar), displicente significa desdeñoso, descontentadizo, desabrido o demal humor. Y todo eso se junta en Follente que, por un lado, me felicita como uno de losmejores empleados de Banca que él ha conocido en su vida pero, a la hora de la verdad, nome perdona ni tan sólo un minuto de retraso. Aparta el Libro de Firmas cuando le da la realgana y a sus “queridos enchufados” les perdona toda clase de retraso mientras que de míinforma que soy un empleado sensacional pero que llego, a veces, con un par de minutos deretraso, sin informar, ladinamente, que es por culpa del autobús y que, una vez metido ya entareas, antes de que pase un cuarto de hora ya he adelantado a todos mis compañeros ycompañeras de “la Compe” sin el más mínimo esfuerzo. Eso no lo incluye en sus informes peroes tan verdadero como que, al final de la jornada, he trabajado más rápido que nadie y conmayor número de aciertos que nadie. Pero a mí no me importa si lo considera como unahazaña laboral o si lo guarda en silencio para que nadie lo sepa. Allá Follente con suconciencia.
En cuanto a conciencias se refiere, yo la tengo totalmente limpia y sin pecado alguno que confesar, mientras que por el Negociado de “la Compe” se escuchan chismes, rumores y noticias, de que Follente está muy encaprichado con ir continuamente a la Residencia que el BHA tiene en la sierra madrileña, por entablar relaciones con las bellas, guapas y atractivas camareras que sirven las comidas. Las oigo pero no me interesa saber si son verdades o son mentiras. Ni me va ni me viene lo que haga Follente el displicente y, contrario a su mal humor continuo, yo continuamente sonrío a Mercedes. Jejeje. Cierro mi Diario con una sonrisa mientras la recuerdo. Jejeje. Quien no sonríe a los dieciocho es que está ya muy pocho.Y silbando una tonada sigo siempre adelante pooque para eso está Alicante. Jejeje. Antes de cerrar mi Diario vuelvo a sonreír a Mercedes de “la Compe”. Hasta luego. Secreto descubierto es vivir más contento. Jejeje.