Una de las grandes virtudes de mi esposa Lina (Liliana de los Ángeles) es la enorme capacidad que tiene para idear proyectos solidarios para con los demás. A veces más de un ataque de nervios me han producido sus maravillosas ideas pero siempre las he apoyado y las seguiré apoyando con mi esfuerzo personal. Todavía tengo fresco en mi memoria el día que me planteó la idea de crear una escuela para niños y niñas con la condición de dar medias becas o becas enteras a quienes no tuviesen suficiente capacidad económica para llevar a sus niños y niñas a los caros colegios de Ecuador. Así fue cómo se fraguó el Frederick Hopkins School.
Desde el primer momento se nos unió Rocío Del Castillo a pesar de que su esposo José Salinas (chileno) se negó rotundamente a apoyarnos. No nos importó que José Salinas estuviese esperando a que no cuajase la idea sino todo lo contrario… porque cuánta más dificultades nos ponían los propios ecuatorianos (tan brutos que no se daban cuenta de que lo hacíamos para hacer un favor a Ecuador) mayor era nuestro esfuerzo.
En primer lugar buscamos un nombre para el Colegio. Decidimos que se llamaría Stephen Hawking y con este nombre nos presentamos en el Ministerio de Educación de Quito… pero mira por donde los vivos que se las dan de listos, los chupatintas de las oficinas del Ministerio de Educación de Ecuador, nos dijeron que o les dábamos algún dinero por debajo de la mesa (ya se sabe lo que eso significa) o nos negaban dicho nombre. Nos negamos a dar dinero excepto lo que estipulaba la Ley y entonces (¡qué mala es la envidia que hasta hace que algunos arrojen piedras sobre su propio tejado!) le dieron dicho nombre a otros que habían llegado más tarde que nosotros. No nos importó. No estábamos dispuestos a claudicar ante los mafiosos del Ministerio de Educación de Ecuador en Quito. Así que se nos unieron, como socios capitalistas, Franklin Del Castillo y su esposa Rosa Lemos por un lado, y por el otro José Endara y su esposa cuyo nombre no recuerdo y no deseamos recordar porque no hacía otra cosa sino poner objeciones a todo lo que planteábamos. Es mejor olvidar su nombre. El caso es que me dieron la tarea de buscar el nombre de algún personaje ilustre de la Historia que tuviese el apellido lo más parecido a Hawking. Encontré varios pero elegí el de Frederick Hopkins que, miren lo que es la vida, tenía mucha más relación (además de ser un sabio en su materia) con la enseñanza que el propio Stephen Hawking.
Me presenté ante los chupatintas, vagos, pendencieros y mafiosos administrativos del Ministerio de Educación de Ecuador en Quito (sinvergüenzas que realizaban con total descaro el cohecho, la coima y otras acciones ilegales como cobrar dinero por agiliar los trámites) y les presenté el nombre. Como eran incultos, verdaderamente ignorantes y envidiosos (¡ay que mala es la envidia que corrompe el alma de los humanos!) les tuve que explicar, de cuerpo presene, aunque quisieron hacerse el dsisimulado, quien había sido Frederick Hopkins. Tuvieron que claudicar y no les pagué ni un céntavo más que lo estipulado por la Ley. Una vez conseguido ya el nombre de la Escuela lo que venía después era la ardua tarea de elegir un lugar adecuado para iniciarnos con los niños y las niñas de corta edad escolar.
Después de mucho buscar encontramos un pequeño local con patio en la calle Belermo de Tumbaco. Lo alquilamos por tiempo indefinido y, a pesar del boicot que nos hacía el propio propietario del terreno (que nos cargaba fuertes sumas en los recibos de la luz y del teléfono y otras acciones impropias de un verdadero hombre porque era uno de esos vivos criollos de los que tan mal habló Benjamín Carrión), pero superamos también esta adversidad d elas traicines del propio calzonazos que ns alquilaba el local y abrimos las puertas de la Escuela. Desde un principio, después de seleccionar a los profesores y profesoras tanto etos estos y estas más los padres y madres de los niños y las niñas nos ofreciron todo su apoyo. De esta manera comenzamos el primer alño de existencia del Frederick Hopkins School a pesar de que los del Ministerio de Educación de Quito (me refiero a los chupatintas que sólo estaban para cobrar dineros ilegales por un trabajo que era el que les correspondía hacer pues para eso les pagaba un buen sueldo el gobierno ecuatoriano ¡y qué mala es la envidia señores y señoras!… nos retrasban adrede y ocn mala leche la tramitación de los papeles burocráticos haciendo como que se habían perdido… hasta que un día me calenté de tanta injusticia, fui ante ellos en persona y les canté las cuarenta en bastos. Rápidamente aparecieron todos los papeles. Sangre, sudor y alguna que otra lágrima nos hicieron padecer los mafiosos chupatintas pero lo conseguimos. ¡Habíamos vencido gracias a nuestra fe cristiana!. Y comenzamos el primer año impartiendo no sólo enseñanza adecuada para que nuestros niños y niñas tuviesen conocimientos culturales y desarrollaran el cuerpo y el cerebro sino que les impartimos los fundamentos básicos cristianos con lo cual estábamos plantando las raíces para que creciesen como hombres y mujeres del Bien. De esta manera inició su andadura el Frederck Hopkins School. Y para que quede constancia de todas las trampas que nos hicieron escribí un artículo periodístico en el Suplemento Dominical del diario El Coemrcio, llamado “Educación”. Un poco más de educación, respeto y dignidad era lo que deberían haber tenido todos esos chupatintas.
Por cierto, para conocimeinto de la humanidad entera, Frederick Gowland HopkinsDe Wikipedia, la enciclopedia libre. Sir Frederick Gowland Hopkins (Eastbourne, Gran Bretaña, 20 de junio de 1861 – Cambridge, 16 de mayo de 1947) fue un bioquímico británico. Inicialmente estudió Química en la Universidad de Londres y posteriormente Medicina en el Hospital Guy. Fue profesor de Fisiología Clínica en la Universidad de Cambridge y desde 1914 profesor de bioquímica, donde de 1921 a 1943 ocupó la cátedra de sir William Dunn. De 1930 a 1935, fue presidente de la Royal Society y desde 1933 de la British Association for the Advancement of Science. Su principal contribución investigadora radica en el conocimiento de las sustancias elementales, aquellas que el organismo necesita adquirir de la dieta y que su falta condiciona enfermedad. Descubrió que unos alimentos tenían relación directa con el crecimiento. Comprobó que el consumo de leche conseguía reanudar el crecimiento detenido de un ser vivo en formación. Entre sus descubrimientos están, en 1892 nuevos métodos para apreciar cuantitativamente el ácido úrico de la orina, en 1901 métodos de análisis del triptófano (aminoácido cristalizado) y, en 1921 métodos para aislar el glutatión, compuesto aminoácido importante en la autooxidación celular. Fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1929, compartido con Christian Eijkman.
No snegaron el nombre de Stephen Hawking pero, sin darse cuenta los muy memos, nos dejaron la peurta abiertas para elegir a un hombre quizás mucho más importnate que él. Frerick Hopkins School se llamó nuetra peqwuelña Escuela, porque hasta el inglés lo impartiamos con total profesionalidad además de todas las otras materias del pensum escolar ecuatoriano.
largo texto y muy interesante la educacion es primordial en la vida de uno simplifica la mocedad que nunca vuelve felicidades
Queda la segunda parte. Jejeje. Es incluso algo más larga. Un abrazo.