Gente como yo solo tienen una chance.

Ella estaba lejos, cerca de un pino, su pelo a un costado, como una cascada descendiendo por su cuello hasta sus hombros, parecía una pintura…Solo me quedé mirando, pienso que por primera vez en mi vida no sabía cómo hablar con esa mujer, tomé otro trago pensando que era demasiado bonita.
Me paré frente a ella, levantó la mirada, mirada que me parecía familiar, de labios gruesos, nariz fina, piel morena-clara, color del pino.
– Pienso que estoy demasiado confundido o necesito despertar.
– -¿Porqué? – Ella parecía tan calma, divertida con mi forma adolescente sin saber “cantar” mujer.
– Porque solo sos parte de un sueño en este lugar.


– ¿Y vos pensàs que estás soñando?
– Definitivamente estoy soñando, me sentía un idiota y lo debía estar pareciendo, con una conversación como esta y sin saber cómo hago para decir que quedé enamorado- ella sonrió, dientes blancos y perfectos, se apartó un poco de aquel pino, en un gesto solemne de artista de cine-
– -¿querés un trago? Acercando mi petaca a su mano
– – Ahora no.
– ¿Cómo es que existía un verde de aquellos en sus ojos? No eran bien verdes, parecían cambiar de color, brillaban… Ella se acomodó el pelo y lo acariciaba como si fuera un gato
– -¿Te gusta?
– – Son Lindos, vos sos linda.
Sugerí que nos acercáramos para evitar la distancia, era como si algo pusiera palabras en mi boca. Mema- ya sabía su nombre-Parecía esperar ser invitada. Se levantó, estaba desnuda y era más alta que yo, caminamos en silencio con una tranquilidad y ligereza que no recordaba haber experimentado antes… ¿Antes de que? ¿O quién? Mi memoria se había extraviado en el camino, su mano en la mía giraba su pulgar en círculos, era, eran luciérnagas que se encendían en mis emociones. Era extraño que no viera en ella aquellos “juegos” de seducción que ya viera antes en tantas mujeres bonitas. Había en ella una sensualidad en estado puro y también inocente. Siempre fui duro con las mujeres, percibo cuando quieren jugar o algún lance de compromiso más ella no parecía quererme para siempre, era como si cada noche fuera solo esa noche, el tiempo fuese siempre presente. Al mismo tiempo, era como si ella me estuviera esperando o que yo estuviese buscándola toda la vida- La mujer de mis sueños, eso que siempre pensé ridículo de existir. La mujer perfecta, fue más o menos eso lo que le conté a Francisco, el día martes, cuando en esas primeras semanas, había acuerdos sin palabras-Sin cronicidades, decía ella-entre nosotros, había una constante expectativa de internarnos en el bosque-mema llevaba un colgante con el prisma que supuse, serian las llaves del lugar de mis emociones, siempre bella en su desnudes, como si fuéramos de paseo y siempre yo era seducido por la comida que preparaba, un aperitivo sofisticado, la disposición de hacer el amor la noche entera, el rosada de su cara cuando gozaba, su manera de comenzar de nuevo y darme placer.
-Herman, cierra tus ojos y piensa en mí-
Desnuda entre las hojas, ella se apoyaba en mi pecho y pedía eso y yo adoraba eso, un juego que ella disfrutaba.
– ¿Cómo sos vos? Dejame ver… tenéis cinco ojos, solo dos dientes en la boca una nariz de…
– HERMAN!- gritaba, tapando mi boca.
–En serio… ¡piensa en mí, piensa en mí!- su voz tensa pimentando aun mas mi chiste, yo cerraba los ojos, soltaba mi imaginación y pensaba
¿Cómo era ella? Así, la mujer morena-blanca de nieve y de actriz, la gitana y la egipcia de toda la literatura romántica, enjambre de labios con miel y el cuerpo de artista porno, todo eso, y yo pensaba que era delicioso lamer una pintura oscura, en forma de pera, al final de sus costillas. Me gustaba también pasar la lengua dentro de sus muslos, la piel tan intensamente morena e igual, por dentro y fuera de sus muslos hasta debajo del brazo, en sus axilas lisas, el mismo tono de una antigua pintura antigua…
Y cuando abría los ojos, ella me parecía más linda. Mema: perfecta hasta en su nombre el sonido como un chicote que se hace cuando se dice Me-ma…
Éramos felices. Es increíble la capacidad de Mema de entenderme, así no hablase de nadada. Una vez puse su cara en mis hombros, mirando apenas en sus ojos, ojos verde-violeta, el pelo largo y crespo…y no sé, yo casi podía sumergirme en ellos y ver la representando a Cleopatra, o el tono autoritario de reina en su voz, o el perfil de nefertite en ojos almendrados…
Al día siguiente, la sorpresa. Esa vez, mema no la encontré, ¿abría salido? ¿A dónde? Usé mi prisma, El cielo oscuro, apenas velas encendidas en torno a su figura. Mema estaba vestida con un largo vestido bordado, su pelo cortado en línea recta, en franja, casi escondiendo sus ojos en forma de almendra, el verde clarísimo de mirar, la reina…Me fui arrodillando, tan sorprendido que no creía ser verdad: era una antigua egipcia que me encaraba. El olor del incienso y la música, una música que debían tocar para los faraones. Ella fue levantándose despacio, lentamente, Danzaba con suavidad, me conducía al trono vacio. Ahora yo era el señor, viendo a su más bella esclava danzando y quedando desnuda. Leve, parecía que sus ropas salían de su piel y desaparecían.
¿Como yo no la podía amar, amar intensamente a alguien así? ¿Como yo podría desconfiar de ella, si era tan perfecta y seductora?
– Vos adivináis mis pensamientos, – Los hombres son fáciles de adivinar.
– El pelo, las ropas….-estábamos desnudos, en aquella noche de nefertite. – Yo te imaginé como una egipcia, y hoy…
– – Una mujer tiene sus secretos… ¿te gustó?
– Estas linda.
– -Y voy a hacer mas, Herman – puso mi cara en su vientre, fue acompañando el diseño de mi cabeza con una pintada de rojo-sangre. – será los ojos…será los ojos y pensa en cómo mañana me queréis ver. De qué manera nos vamos a amar. De que manera me vas a dar placer….iba hablando esto con voz baja, un soplo de aire en mi cabeza, pasando las uñas por mi cabeza.
– Yo la quise morena, siempre morena. Y que la oscuridad de sus nalgas pudiese estar ahora pequeña y delicada, en el seno izquierdo. Su pelo los quise tan largos que llegasen al suelo, tocando las hojas de ese increíble y perfecto bosque. Un pelo de india, ojos oscurísimos de india. Senos pequeños y labios más gruesos que los de ella, Mema. Con una tanga que fui imaginando, una tanga que penetrase por su cuerpo, hilos finos y dorados escondiendo=desnudando su cuerpo. Para que yo pudiera acompañar el diseño con mis dedos, con mi boca. Para que yo pudiese tener el trabajo de llevar mucho tiempo apartando los hilos que diseñaban su cuerpo. Y que ella danzase también. Una danza salvaje, usando el pelo como chicote…
– Y fue de ese modo que nos amamos al otro día.
– Y fue como una dama inglesa raptada por un pirata que nos amamos/violentamente en la otra noche.
– Como gitanos en la noche siguiente. Yo podría jurar que el bosque transmutaba de sus árboles para convertirse en una floresta; mi mochila cambiaba en una carroza. El olor de los caballos, la noche, venia por una de las facetas abiertas del prisma – no, no era más una faceta. Hasta el fuego, conseguí ver como brillaba sobre las hojas sin que estas se consumieran. Y parecía que la propia cara de Mema cambiaba, recordándome a antiguas artistas de cine, en fotos de recuerdos de indias de la Polinesia. Ella parecía siempre otra. Cabellos cortos o largos, Piernas, busto – alargadas, gruesas; pequeñas, grandes.
– Ojos negros, verdes, violeta. ¿Cómo ella hacia eso? ¿Maquillaje? Mas debería tener algo mágico, tener mucho tiempo para poder aparecer siempre otra y linda, tener tanta ropa y joyas y tal vez este sueño todo era posible, me olvidé de pensar de donde venia o a donde me dirigía, no era importante ya.- hipótesis que pensé muy posible- estaría drogado o algo había puesto en el agua o en mi petaca, en la comida. No sé; se que vivía en un estado de embriague, el tiempo de espera cuando ella desaparecía quería que pasase rápido, no me cuestionaba mas que era todo aquello… no pensaba, vivía distante y preso, loco porque volviera, a la nueva isla mágica, era una virgen nativa que se me ofrecía por primera vez; era la cortesana europea entrenada en sexo oral. Era la danzarina musulmana envuelta en velos que me excitaba usando su pelo. Ah, yo era feliz.
– Si era tan feliz, ¿Porque dejé que aquello ocurriera? Como pude guardar rencor, ¿Donde encontré odio para explotar de esa manera, aquella noche?
Ese día esperaba por ella, siempre lo hacía por poco tiempo, ese día ella tardó más que de costumbre ¿Sería alguna erótica sorpresa? Resolví usar mi pequeño prisma e intentar salir, tal vez estuviera del otro lado en alguna parte, nada mi “llave” no encajaba con ninguna de las entradas o salidas de las facetas, el dolor comenzó en mi vientre, lento… como una serpiente despertando para asfixiarme, miré mis manos, allí estaban otra vez los rasguños de mi entrada al portal, pensaba en todos los Tal vez… ¿Porque ella no aparece? No entiendo…. Todas las noches, siempre, ella estaba conmigo y hoy…
El significado ¿Qué era eso? Empecé a hablar, a hablar como si estuviera realmente loco, había imaginando todas las maneras de matar a esa mujer, cuando vi su silueta delante de una faceta, debía estar mirándome, en lo oscuro no veía su rostro. Y también no sentía nada, ni alegría ni tristeza. El alcohol comenzaba a dopar esos sentimientos.
-Herman…
Tomé otro trago. Ella continuaba parada.
– Necesito que pienses en mi, Herman, en como soy…
– Irritado y embriagado, acabé nuestro juego el más ridículo, acabé riendo.
– -Piensa en mí, piensa en mí… – Imité a Mema, ironizando. – ¿Por qué continuar con esta payasada? ¿Quién pensás que soy? ¿he?
– – Te amo.
– – Aaaaaaaaah, ¿me amás? – intenté sentarme, .casi caí. – Entonces me haces pasar el ridículo, la comida, Mema. Las ropas…- – era rabia dentro del pecho. Si no estuviese tan borracho, lo que quería era tirarme sobre ella, imaginé que apretaba su cuello bonito, veía sus ojos arreglados, el hueso estallando en mi dedo.
– ¡HERMAN! – ella gritó, puso su mano en su cara, curvó el cuerpo. – Vos no sabès lo que estás haciendo…Herman, por favor, pensà en mi…
– Bebí mas, la petaca estaba vacía, bebí, escupí. Pensar en ella…estaba ahora arrodillada entre las hojas, apenas veía su pelo en contraste con el prisma. Pensar en Mema… una mujer vulgar, una traidora. La apuñalé, maté, rugí de impotencia con todas mis fuerzas, un rugido del alma que podía reverberar dentro del prisma a cada pensamiento, creo que tiré la petaca en su dirección, intenté levantarme… desmayado de borrachera sobre un colchón de hojas
– Los rayos de sol acariciaban mi cara, desperté. Ya era tarde. Fui saliendo de la resaca de a poco, Quedé sorprendido de percibir que estaba vestido, Sentado contra una roca cerca del portal donde había entrado. Muy despacio, vino la conciencia de la noche anterior. Vi la petaca vacía a dos pasos de mí. Y sobre un tronco parada y desnuda estaba Mema desnuda, sus rodillas tapando su rostro, sus pelo largo escondiendo su cuerpo.
– Ver a Mema así abandonada me despertó cierta ternura, recordaba lo que había dicho la noche anterior, mas de una forma serena – parte del rencor era por causa del alcohol y su desaparición. Quedé mirando sus manos, mi garganta ardiendo de sed y el dolor de mis heridas abiertas, tal cual fueron hechas cuando atravesé el portal, la puerta de cristal con su enorme símbolo detrás. Moviendo sus piernas juntas, su pelo cubriendo su cuerpo. Mis ojos de resaca sobre su desvalido cuerpo ¿Será que la había golpeado? Levante mi cabeza, dolor de cabeza y en las heridas…lo que recordaba, y
– – Mema…-dije, Ella continuaba parada. Tamaña inmovilidad comenzaba a asustarme ¡Mema!-esta vez, con miedo, miraba la sangre correr por mi hombro hasta mi mano creando un pequeño charco rojo, Un miedo sin conciencia de lo que podría pasar. Me arrastré hasta mi puerta, mirando a Mema. Ella irguió su cara. Y nunca pude olvidar lo que vi. Nunca.
– Las manchas amarillas no eran parte de una pesadilla.
– Se extendían como heridas por los brazos, piernas.
– No sangraban, eran amarillas y feas. La cara se quebraba, deformando su nariz, aumentando su cabeza.
– La hinchazón en la parte izquierda. Los ojos hundidos, oscuros, entre arrugas y manchas. Los dientes amarillentos aparecían por entre labios también hinchados.
– – Mi Dios…-dije- ¿Qué es esto?…
– Cerré mis ojos. Acordarme como era, necesitaba recordarla como era, la morena perfecta, la mujer de mis sueños. Cara de diosa, cabellos de seda. Piel de india, senos de…
– – No está bien, Herman. Gente como yo solo tienen una chance- la voz salía arrastrada como la boca que decía eso.
– No tenía valor para abrir los ojos, apartaba mis ojos, intentaba desesperadamente recrear a Mema en mis pensamientos, Sentí que ella (ella quien, ¿o qué?) se movía, se levantaba, Debería estar cerca de mí y saber que “aquello” estaba tan cerca de mi me dio miedo. El miedo que arruinó la imagen de mujer que intentaba crear en mis pensamientos, para “ver” realmente a aquella criatura tan cerca de mí. ¿Qué iba a hacer conmigo? ¿me iba a matar?
– – No te voy a matar, Herman. Yo te amo…-había tristeza en esa frase. Continué con los ojos cerrados. Tal vez por el enojo, ahora.-Creo que tengo una chance, Herman. No como persona, si pudieras pensar en mí. Pensar en mi como otro ser, un animal-tomó mi mano que sangraba-continué con los ojos cerrados, Herman – puso su mano en su pecho, percibía sus costillas a través de la piel, los golpes de su corazón. En aquel instante me vino el recuerdo del pasado, aquella mujer que conocimos con Francisco, la que casi matamos en esa noche de borrachera, aquel día nefasto, Aquel 31 de Octubre, día de brujas, rememoré la fecha.”El día en que las brujas pueden aparecer para los hombres.” Sentí que comenzaba a quedar vacio el lugar donde mi mano posaba. Vacio ahora estaba tocando la nada, en ese instante, sentí un viento en la cara, un resplandor que provenía de una de las facetas, vi entrar a un hombre armado que apunta directamente al a la frente de ella al tiempo que disparaba, vi como ella caía arrodillada, con mi mano izquierda, rápidamente saqué mi 9 milímetros apuntando a aquel hombre que me miró con sorpresa y dijo ¿Còmo es…pos? No dejé que terminara la frase, su cuerpo cayó inerte, cerré los ojos, sabía que estaba muriendo desangrado, el frio y la noche llegó con mi muerte.

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