¿Cual golondrina dormida
son tus ojos en este amanecer
sin rumbo del que emergen mil amores?
¿Cual risa es la clave,
de esta sutil proeza
de tus inequívocos encantos?
¿Donde nacen los dátiles de
esos labios robados al más fecundo
de los dioses?
Y del camino perdido…
¿Cuales serán las piedras perdidas
bajo los zapatos nuevos de la
piel de mis empeños?
¿Cuando vendrás gaviota
a regalarme la victoria,
por estos años de alocados
y angustiados sueños?
Y por doquier veré alforjas,
de vivas rojas amapolas,
que visten así al balcón de tus murmullos.
¿Donde serán los bienes
que a otra esposa daré
si por no tenerte no puedo
y elijo con desdén?
Y ambos amaríamos a muerte
bajo lindo cielo estrellado,
con un te quiero no forzado
en melodía unísona del corazón.
Y así hombre ferviente
de aquellos los mil soles,
vino de muy fuera a
buscar al ruiseñor.
Pero en su proeza desmedida
lloró a una eterna melancolía,
pues esta perversa y fría,
hágale así creer, no merecer su amor.
Desde la golondrina dormida en su nido amoroso hasta el ruiseñor que canta su melancolía hay todo un trayecto de gaviota en libertad. Eso es una metáfora del amor y veo esa metáfora en tu poema, Nasia. Un especie de amapola enrojeciendo al corazón y un sol amarilleando la nostalgia. Un beso, NASIA. gracias por tu hermoso poema.
Un todo metáfora cargada de interrogantes en un simple vuelo de gaviota.
Un millón de gracias Diesel.