Otra vez la Dama Blanca… pero ahora, lejos ya de ser la joven que deseaba configurarse como mi único Destino, viene transformada en figura maternal…
– Recuerda que yo también te quise…
– Siempre tenemos que elegir, aunque a veces elegir suponga hacer daño.
– ¿Cómo ha conseguido andar?.
– Porque su Esperanza siempre fue la flor del Deseo.
– ¿Cuál es la flor del Deseo?.
– La Fe de la Certeza.
– ¿Cómo ha conseguido ver?.
– Porque su Fe siempre fue cerrar los ojos.
– ¿Para huir de qué?.
– No para huir de nada, sino para soñar la Realidad.
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– Juan… recuerda que las mujeres perdonamos injurias pero no olvidamos desdenes.
– Yo no te estoy injuriando.
– Pero me desdeñas.
– No. Yo sólo estoy buscando mi Destino.
– ¿Por qué te arriesgas a sucumbir?.
– Porque amo todos los sueños posibles.
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– ¿La edad también tiene ausencia?.
– La edad es el factor humano que más ausencia tiene.
– !!Eso es absurdo!!.
– Cierto. Es un absurdo para quienes sólo viven dentro de los límites de la Razón Absoluta.
– Saltarse los límites de la Razón Absoluta es una locura.
– Sigues equivocada, Dama Blanca.
– No te entiendo…
– Debes de aprender que la Razón Absoluta es una falsa imagen del conocimiento.
– ¿Cómo puedes, entonces, mantener el equilibrio emocional?.
– Contesta tú misma a esa pregunta…
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– Greta. ¿Es real Greta?.
– No es real.
– No te entiendo.
– Es que entender no es suficiente.
– ¿Para qué complicas la esencia de nuestra existencia?.
– Escucha, Dama Blanca… yo no estoy escondiéndome en ningún subterfugio.
– Pero ella sólo existe en el engaño de tu Sueño.
– ¿Crees que mi Sueño es una falsedad?.
– Tú has confesado antes que Greta no es real.
– Por eso debo intentarlo…
– ¿El qué?.
– !Darle dieciséis años de vida a través de una pasión que lo devore todo!.
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Greta llega con los labios de sus dieciséis años ardientes abiertos de flor en flor. Yo me quedo contemplándola sin poder responder a los deseos de la Dama Blanca…
– En mí tendrás siempre un refugio, Juan…
– Prefiero la tempestad.
– Los verdaderos hombres siempre están cerca de la Seguridad.
– Te equivocas, Dama Blanca.
– El valor de los hombres sólo reside en la causa de sus utilidades.
– Te sigues equivocando.
– !Demuéstrame que estoy equivocada!.
– No podría hacerlo nunca.
– !Porque no conseguirías poder demostrarlo!.
– No es por temor a demostrarlo sino porque tú eres de esas mujeres que sólo descubren su equivocación cuando más lejos tienen su causa.
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– ¿Es por eso por lo que envejecemos?.
– No es el Tiempo el que pasa por nosotros sino nosotros los que pasamos por él. Podemos tener mucha edad sin haber envejecido nunca…
“Cuando el trabajo de ubicar las acciones se transforma en vivencias descubrimos que lo único que queda de nuestra existencia son aquellos recuerdos que nos acercan a la Eternidad o nos alejan de ella. La Vida puede ser un logro o una pérdida según hayamos comprendido su porqué y según hayamos entendido para qué fue fabricada. Corren intempestivamente las horas de nuestro Pensamiento buscando esencias que demuestren la Verdad de sus importancias pero para hallar esta Verdad es necesario saber que no son las horas lo más importante de nuestro reloj mental sino los silencios de los segundos. Eso es lo que define a la Eternidad. Y eso es lo que demuestra que ésta es caliente suspiro de Dios. Lo otro, aquello que deja de tener Vida, es algo que permanece congelado en el ámbito de la inexistencia”.
Mientras yo medito, la Dama Blanca cambia la lógica de su narración porque en el fondo de sus sentimientos sabe que lo único que le importa es detener mi vuelo. Por eso me habla de conceptos que ella misma no sabe comprender…
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Greta sigue avanzando más… más… más… !Está tremendamente abierta la belleza de sus dieciséis años!. !Dejó de ser una niña de quince para comenzar a hacerse mujer!. !Sus ojos, ahora todo luz, se acercan hasta situarse a escasos milímetros de mi sensación!. Entonces la Dama Blanca se da cuenta, por fin, de la presencia de Greta…
– !Esos ojos te van a herir, Juan!
– Necesito que me hieran.
– Pero… ¿por qué deseas sufrir?.
– Necesito que me hieran para poderlos salvar.
– !Pero sus heridas pueden guiarte hasta la muerte!.
– Deberías saber que el Amor es una manera de vencerla.
– Empiezo a deducir que Greta jamás ha estado muerta.
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– Juan… eres demasido joven para haber vivido tanto…
– No he vivido lo suficiente como olvidar mi Sueño.
– ¿Por qué amas tanto a tu Imaginación?.
– Para no enloquecer con los imposibles de la Realidad.
– ¿Y no es también lo tuyo un sufrimiento?.
– Está muy lejos de serlo.
– Juan… Juan… Juan… ¿por qué no aprendiste que toda pena es grande cuando se sueña demasiado?.
Empiezo a comprenderla. Empiezo a entender que nunca tuvo tiempo de olvidar esa enloquecedora Realidad que muchos persiguen y que, en definitiva, no saben definir…
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– !Basta ya!. !!No huyas de la Realidad!!. !!!Ella o yo, Juan!!!.
– Yo jamás huyo de la Realidad.
– !Bien, Juan!.
– ¿Por qué?.
– !!Porque siempre supe que me ibas a querer más que a ella!!.
Greta queda en silencio. Tiembla todo su cuerpo mientras lo entreabre con un suave recorrido de sus manos. Es el último segundo de su Transformación. A partir de aquí sólo existe para ser amada o para desaparecer en el etéreo limbo de los imposibles. !Para tomarla o para dejarla morir!…
– !Te equivocaste, Dama Blanca!. !!Es a Greta a quien jamás dejaré de amar!!.
La Dama Blanca ya no puede comprender…
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Fragmentos de la novela “Greta” escrita por José Orero De Julián y Liliana Del Castillo Rojas.