Se ve siempre primero su gorrita azul con la leyenda Orebro de su ciudad natal. Y luego se ven sus sandalias de cuero marrón. Seguro que ninguno de nosotros ha pedido jamás chubasqueros a un saharaui… pero no me extrañaría nada que Gunnarsson sí lo haya hecho, porque lleva siempre un chubasquero diferente para cada mes lluvioso del año. Gunnarsson es paradigma de los tipos que han nacido con estrella y por eso siempre lo recordamos con su sonrisa infantil desde que hace años vino para pasar un verano. Vino parapasar un verano, se enamoró de nuestras cornisas descacarilladas y llamó a su Lisbeth para quedarse para siempre con nosotros. A él habrá que reservarle sistemáticamente siempre la condición de superlativo. Pocas veces se ha visto a un hombre tan superdotado en lo intelectual en las divisones inferiores de la City. Y él sonríe enamorado, sin embargo, de los frescos geranios de nuestras primaveras y las finas lluvias caladoras de nuestros otoños. Chubasqueros saharauis… !qué ocurrencia!.
Un comentario sobre “Gunnarsson (Pequeñas Notas de mi Barrio – 4)”
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Yo he comprobado que los suecos que se quedan a vivir en los barrios castizos de España son siempre así: sistemáticamente superlativos a la hora de comprar chubasqueros. !Jejeje!. Me despiertas la sonrisa también a mí.