IMAGINACIÓN ATRAPADA (II)

La mayoría de alumnos iba a llegar al día siguiente. Ahora Miquel, pensaba en su hermano, él le había acompañado hasta allí. Le ayudó a bajar “su maleta” del minúsculo automóvil y se esforzó en animar su propio miedo.
-Estudia mucho ¿eh?, si hay algún tipo de problema, no dejes de notificármelo. Aquí vas a estar estupendamente; con lo que te gusta la montaña, ya verás…además, pronto te harás amigos…es precioso todo esto, ojala pudiera quedarme unos días. Se dieron la mano y se marchó. Y él se quedó allí plantado, un buen rato paralizado, viendo alejarse aquel hilo de sangre a que estaba acostumbrado.

El Conserje, más tarde supo que también era el jardinero, le condujo sin mediar palabra con una mano en el hombro, al despacho del Rector, éste le recibió sonriente, habló de muchas cosas que Miquel no escuchaba, hubo un momento que creyó estar oyendo otro idioma, no podía entender cómo aquel hombre de más de cien kilos, seguro que los pesaba, cómo podía hablarle de aquella manera tan despreocupada sobre su vida, cuando para él era lo poco que le quedaba y lo más importante. Aunque le pareció buena persona, supo que aquel “Padre”, no podría jamás suplantar a los que había dejado, a la familia que parecía haber perdido. Por ello vio desde un principio, notó desde el primer momento, una relación distante y fría, a la que él respondería de igual manera.
Un poco asustado de aquellas paredes religiosas, salió de nuevo a los patios, inhaló el fresco olor a pino y se sentó en una roca al lado del campo de fútbol, éste era de arena y muy grande. Le pareció oír un griterío de voces y ovaciones que se apagó en el acto, el viento soplaba arrancando las hojas de los árboles. Seguía sumido en sus pensamientos cuando vio a tres chicos de su edad trepando por los palos de la portería recién pintados de blanco. Estaban muy cerca, oía sus palabras, reían acalorados, mientras él temblaba en su rincón. Le miraban d reojo, cómplices de su juego, hasta que uno de ellos le gritó:
-Eh, tú, ¿quieres jugar?, falta uno para hacer parejas.
Miquel, de dos zancadas, llegó hasta ellos.
-Hola, ¿sois nuevos también?
-Sí claro, pero estamos acostumbrados a estos sitios…venimos de un orfanato, no creo que haya mucha diferencia.
-Todos son iguales.
-pero dejemos eso, mira este que ves aquí es Andrés, el gordito es Nazario…
-Oye no te pases o te doy un guantazo.
-No le hagas caso, bienvenido al club, choca esa mano, yo soy Javier. Se dieron la mano sonriendo.
-Yo me llamo Miquel.
-Muy bien y ahora vamos a hacer un partido, Andrés y Nazario contra nosotros, ¿de acuerdo? Y lanzaron al aire el balón. Fue su primer contacto y lo agradeció.

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