Mientras comían, comentaron su expedición al resto de la pandilla, sin omitir detalles del sueño de Nando. Los tres: Javier, Andrés y Nazario se mostraron entusiasmados. Quedaron en ir al día siguiente.
En el recreo de la tarde, Miquel y Nando, se dedicaban a investigar la vivienda de las hormigas, para ello agrandaron el pequeño agujero descubriendo un largo pasillo, recorriéndolo en canal con el dedo, les pareció interesante la construcción, a un lado y a otro, ocupadas habitaciones de grano y migas de pan, cuando terminaba el pasillo otro agujero llevaba hasta el sótano.
-Mira qué curioso, seguro que ahí duermen, juegan y comen.
-Lo recogen en verano para todo el invierno, ¡qué inteligentes!
Dejaron de martirizar el hormiguero, sintiéndose culpables: estaban destrozando un hogar, les asaltó el remordimiento. A ellos, los adultos les destrozaron el suyo. Miquel lloró al recordar las ruinas, el fuego, las mujeres y niños medio desnudos en las calles…Nando le miró a los ojos:
-Fue muy triste.
-Por qué tienen que existir las guerras, por qué matan los hombres, ¿Por qué?
Se abrazaron y lloraron.
-Nando, no nos han dejado ser niños, nos han enseñado demasiado pronto. Yo no quiero crecer, no deseo parecerme a ellos, tú eres mi mejor amigo y esta vez nadie nos separará.
Nando intentó animarlo.
-¿Sabes lo que podemos hacer? Ir a ver la casa ahora, estoy impaciente, tú no?
-Sí que me gustaría, pero les prometimos…
-¿Y qué? Mañana vamos con ellos, eso no impide que vayamos nosotros hoy.
-Vale, tienes razón.
-Bueno…-sonrió, pero antes vamos a lavarnos un poco, si te vieras la cara…
-Pues anda que tú, la tienes buena.
-Venga, una carrera de aquí a los baños.-No terminó de decirlo, que ya estaba corriendo.
-Eh, no vale, tramposo. Y le siguió.
Media hora después, caminaban por el sendero que conducía a la casa. Creyeron llegar al sitio, pero allí no estaba.
-Qué extraño.
Siguieron buscando, anduvieron y anduvieron, dieron vueltas y vueltas, no la encontraban.
-Ya te decía yo que este lugar está encantado.
-Olvida eso, por favor, me estás contagiando, el bosque es todo muy parecido, nos habremos confundido.
-Mejor vámonos, eh?
-Sí, pero prométeme una cosa.
-Qué cosa?
-Que mañana volveremos con los otros, tenemos dos horas al mediodía, será suficiente para encontrarla, no creo que haya desaparecido por arte de magia, de acuerdo?
-Vale, vale, de acuerdo. Ahora vamos, se está haciendo de noche, de día será otra cosa.
La negra espesura de las sombras daba un aire siniestro, los árboles semejaban gigantes y el ulular de las aves nocturnas, lejanas torturas. Regresaban.
-Eh, eh, qué es eso?, no puede ser, mira…
-Qué raro que no la hayamos visto, pero bueno, ahí está tal como la dejamos.
Los barrotes seguían desencajados, saltaron adentro. Sus rostros expresaron una mueca de horror, se miraron.
Hubieran querido gritar, pero de sus gargantas no salió nada. El humo los asfixiaba, el fogón estaba encendido y un hombre con un pañuelo ensangrentado en la cabeza, sentado en un taburete, les miró sin sorprenderse, sin pestañear.
-Hola chicos, pasad, no temáis, pasad y calentaros, afuera debe hacer frío.
-Dios santo, Miquel es él, es él.
El caso es que a Miquel no le resultaba desconocido, ¿quién sería?
-Dios santo, usted salía en mi sueño, ¿es que todavía no he despertado?
-Siempre estoy en vuestros sueños, no os asustéis de los truenos. Acto seguido se oyó un potente trueno, los rayos y relámpagos desgarrando el cielo, daban al cuarto resplandores intermitentes de fábula, mezclando los colores.
-Se ha hecho daño en la frente…
-No te preocupes, no es nada, una mala pesadilla simplemente. Siempre he luchado, es normal que sangre, llevo en mi frente el sufrimiento del pensador. Mi cerebro está herido, sangra, vuestros sueños tienen un final horrible, pero no importa. Cuando caéis en el vacío y despertáis sobresaltados, yo sigo cayendo.
-Es lo mismo que en el cine, en los momentos de peligro se truca la escena y un especialista suplanta al protagonista. Él es quién sufre el riesgo. Bueno, pues ese soy yo, el especialista del final de los sueños. Es un trabajo duro, sí.
El hombre rió con una voz potente, que les hizo temblar.
-Desde hace mucho tiempo, me encargo del sueño de los niños, soñáis igual de día que de noche, aunque no seáis conscientes. A mí la psicología me apasiona. He aprendido tanto de vosotros, la vivo intensamente en vuestra compañía. He estado en la “casa del árbol” en vuestro “Rincón” y ahora estoy en esta casa que es fruto del sueño, vuestra imaginación la ha construido. Los adultos no me caen bien, han perdido el verdadero valor de la vida. Crean guerras sangrientas, sus idealismos son absurdos y tan sólo idolatran el dinero y el poder y lo que es peor, os han fabricado un Mundo nada fácil, sin alicientes, en el que debéis integraros, mientras la imaginación permanece encerrada en un tubo de infancia cristalizada. Es una lástima, los hombres se han vuelto cada vez más materialistas, no luchan por el bienestar del espíritu. No se dan cuenta del daño que os causan. La anterior generación sólo os deja los problemas que ellos no supieron resolver. Conozco muy bien el alma de mis soñadores y el final es el presente, ¿entendéis? Me fijé en vosotros dos especialmente, entre todos habéis sido mis elegidos y he querido que me conocierais, así sabréis que hay alguien que viaja en vuestra alfombra voladora.
Volvió a reír estrepitosamente.
-Ahora volved de donde venís y despertad.