IMAGINACIÓN ATRAPADA (XI)

Nando tiene anginas. Está en la enfermería. Miquel va a visitarlo, se sienta en el borde de la cama con cuidado para dejar libres sus movimientos bajo las mantas, pero notando su calor, su vida fluyendo. Está pálido, ojeroso, incluso le parece más pequeño, le apena verlo así, tan quieto. Tiene los ojos cerrados como si estuviera…-Miquel se asusta de sus pensamientos-, es sólo la fiebre, cuarenta grados es mucho.
-Oye Nando, a ver si te pones pronto bueno, Mira te he traído tebeos de los que te gustan, ¿los ves?, “El jabato”, “Capitán trueno” y algunos más. Nando, te hecho mucho de menos, todos te hechamos de menos. Así que tienes que curarte pronto, los otros vendrán a verte cuando puedan, ya sabes que no es fácil. Bueno, ahora he de irme.

Le toma la mano y un escalofrío le recorre el cuerpo. Está helada.
Sólo puede pasar un rato con él, las hermanas no quieren que se le moleste, necesita descansar. Él hubiera pasado allí todo el día, aunque sólo fuera para mirar cómo dormía.
Sale al patio, el aire le hiere. Se sienta en la barandilla mirando el lejano mar. El aire le hiere, es frío, sus miembros se van congelando, su alma se aleja del cuerpo inerte y vuela, viaja…
Miquel pasea taciturno y huele la enfermedad, el humo asmático de las bombas y los incendios, las ráfagas de metralla, respirados desde la aurora destruida, hasta el ocaso inexistente.
No son más que anginas, ¿no? Toses y llamadas, sirenas, murmullos y quejidos.
A Josemari le volaron la pierna derecha, quería ser futbolista. Nadie en el barrio paraba sus chupinazos. A su Padre lo fusilaron en la misma calle Dos de Mayo, se decía que por rojo.
Miquel creía en Dios, hablaba con él, rogando por los suyos, cuando empezó el caos, se enfadó mucho y llorando le preguntaba cómo podía permitir que se mataran unos a otros. ¿Dios no era bueno? ¿Entonces? Él los había creado, pero algo no funcionaba, algo se le olvidó. Los padres educan a sus hijos. ¿Dios era un mal Padre?
-Seguramente, Dios era adulto.
Miquel había conocido también adultos buenos, sí, gente de buen corazón. Miquel y Nando, como muchos otros niños habían madurado temprano, aprendiendo del dolor y la visión de la hecatombe que les tocó vivir; sin embargo, seguían siendo niños.
-Yo no quiero crecer, no deseo parecerme a ellos.

Ha tenido mucha suerte, ha sido un milagro el que no muriera, ¡vaya que sí!
-Entonces, ¿dice que no hay una explicación lógica, Doctor García?
-Exactamente Hermana, mi diagnóstico de la herida de este niño que presenta en la frente, no puede ser más extraño. Es como si fuera una lesión interna, pero físicamente el resultado es negativo, eso quiere decir que no hemos encontrado nada anormal, todo funciona perfectamente y sin embargo, existen dos peculiaridades en este caso, dos enigmas a los que no hallamos ningún fundamento coherente. Una, es la forma de la herida, ningún elemento que se encuentra en el patio ha podido causarla, ya que ésta es una abertura profunda de un centímetro aproximadamente, del tamaño de una “perra gorda” y como si la hubieran modelado de una manera perfecta.
-En cuanto al segundo gran enigma, es sobre la sangre, la hemorragia que presentaba el orificio hubiera sido totalmente clásica, si en el análisis los resultados no hubieran sido tan sorprendentes, descubrimos que la sangre que emanaba de la herida, ¡escuchen esto!, la sangre que salió de la herida, no pertenece al chico, ¡no, no es una tomadura de pelo, es sorprendentemente cierto! No es la misma sangre que circula por su cuerpo. ¿Qué les parece? De todas formas el niño está bien y no hay que preocuparse. Algún día quizás tengamos respuesta a este fenómeno, es extraordinario. ¡Vaya que sí!
Alguien pronunciaba estas palabras, cuando Miquel abrió los ojos. Se encontraba en la cama y rodeándola pudo por fin fijar la imagen, antes legañosa. El vaho fue disipándose, el manto blanco volviese transparente y ante la perfecta visibilidad, un corazón regresó al pánico, por unos instantes, latió con más fuerza. El sueño había dado contra el suelo, el golpe fue una cuenta atrás a una velocidad vertiginosa. Despertó temeroso.
-¿Dónde estoy…dónde?
-En la enfermería- contestó la Hermana Ángela, viendo que el muchacho se impacientaba.
-No te preocupes, nos tienes a todos cuidando de ti-
-Qué me pasa Hermana?, no recuerdo nada.
Intentó incorporarse pero un dolor en la frente, justo encima del ojo izquierdo, se lo impidió.
-No trates de levantarte, llevas más de cuatro días inconsciente, estarás débil.
-Pero, ¿qué ha pasado?, ¿por qué estoy aquí? Aaayyy…me duele mucho aquí en la cabeza.-Tocó la parte mencionada, una gasa le apretaba las sienes.
-T encontramos tendido en el suelo del patio, desvanecido, ¡Madre mía!, con este frío, un poco más y te hielas. El doctor no puede comprender cómo te hiciste la herida, no es un rasguño normal, dice que presenta unas extrañas características, ¿no es así Doctor García?
El aludido asintió con la cabeza, muy serio y pensativo. La Hermana se dio cuenta de que Miquel había escuchado la conversación del médico, y quiso tranquilizarle.
-Miquel, no debes asustarte de lo que ha dicho el Doctor, seguramente es algo más sencillo, pero la ciencia utiliza unas palabras tan tecnificadas que de un granito de arena, ya sabes…hacen una montaña. Y ahora por favor, salgan todos fuera, el muchacho tendrá hambre y no hay que excitarlo, debe recuperar las fuerzas.
-Eres más fuerte de lo que pareces, ¡cuatro días sin alimento! Has de darle gracias al Señor.
A la mañana siguiente Miquel tuvo suficientes fuerzas para levantarse. Se acercó hasta la pica del lavabo, juntó sus manos y las llenó de agua helada, estrelló el líquido incoloro sobre una cara ausente y somnolienta y nuevamente dejó el sueño impreso en la toalla. Peinó su corto cabello, impeinable, mirándose casi sin reconocerse en el espejo que tenía enfrente, y algo hubo que le llamó la atención. La venda que le cubría la frente estaba manchada de sangre. Pasó el dedo y un recorrido trazo, pintó un rojo carmesí. Volvía a fluir, la sangre volvía a fluir.
El hombre de la casa también llevaba una venda sangrando. Recordó sus palabras.
-Llevo en la frente el sufrimiento del pensador.
¿sería aquello una señal?
Él, que tantas veces se había sentido “elegido”. Cuando se ausentó de su cuerpo, porque de esto sí se acordaba. ¿Habría llegado al final de un sueño o tal vez más lejos aún, habría llegado a sobrepasar un estado de inconsciencia? ¿Por qué cayó de la barandilla?, ¿acaso no sintió que unas manos le empujaban? Sí, sí el hombre de la casa le empujó y con ello le salvó la vida. Al congelarse el cuerpo, quizás su alma no hubiera podido regresar a tiempo y vagara eternamente por el espacio desconocido. De pronto en medio de los pensamientos le vino a la memoria su amigo Nando, ¿dónde estaba?, tenía ganas de verlo, sentía necesidad. Preguntó a la Hermana Angela cuando ésta entreabrió la puerta para ver si aún dormía.
-Ah sí, Fernando Díez, hace dos días que le dimos el alta. Ha venido muchas veces a verte, te miraba preocupado. Te quiere mucho, ¿verdad?, claro, si se nota. Ahora debe de estar en clase. Si todo va bien mañana podrás reunirte con él.
-Qué alegría Hermana, tengo tantas ganas de verlo, sí, es verdad que es mi mejor amigo.
La Hermana sonrió.
-Vuestra amistad es bien conocida por todos, sabes cómo os llaman, “la pareja inseparable”.
-¿Sí? Qué gracia, pero es cierto, no podría ni pensar que algo nos pudiera separar, me han quitado tantos seres queridos.
Cuando lo pienso me siento muy triste y hay un no se qué aquí dentro, que me aprisiona, me ahoga. Usted es muy buena Hermana, ha cuidado de Nando, ha cuidado de mí. Cuando caí de la barandilla, pensaba precisamente en esto, quiero decir en Dios, cree que existe, ¿verdad?…
-Pues claro hijo, qué ocurrencias tienes.
-¿Y la guerra? Ha dejado a los que no han muerto, inválidos, enfermos, familias sin casa, en la miseria, Hermana, ¿se puede seguir creyendo después de todo lo que pasó?
-Recupera la fe Miquel, Dios no es el causante de las desgracias, él nos creó, pero no quiso ser nuestro dueño, nos dio algo muy hermoso que es la libertad. Así que piensa, lo que pasó fue obra del hombre, cegado por el poder y el odio y quizás algún defecto más, pero humano. Es fácil dar la culpa a otro.

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