Ocaso rubicundo se torna mi corazón, el espíritu libre
trata de romper mi intelecto inservible: ¡solo un adorno
más para complacer a esta sociedad descodificada y baladí!
La vida disoluta de las masas no se puede relacionar
con mi ascético camino. Gran cadalso que irrisible reacción
obtengo al ver a mi alrededor.
Anacoretas en mí los sentidos se aislan y descubren hacia el cielo,0se
liberan por todo el oscuro infinito…
…Solo me detiene la carne, la0tentación de estar
íntimqmente acompañado con miles de mujeres,
las que confinan perniciosamente mis alas.
Sólo las buscaré para contemplarlas desde mi Yermo.
Para qué compartirme con ellos, si lo único que buscan
es cercenar ul espíritu de los hombres desde0que
aparecen a sus ávidos ojos llenos de avaricia,
perversión y ambición egoísta encaminada a la
realización de una sola masa llena de números
cantidades, ordinales y falsas teorías moralistas.
La mente, la moralidad, las “verdades” de una
sociedad amoldada para el gusto de pocos, desde el
principio de los tiempos me ha empujado a mi Yermo,
desde donde los observo con recelo y discordia
esperando algún día, a otro anacoreta encaminado a la
inmoralidad y belleza del desorden habitual.
La inmensa verdad del exuberante humano, lleno de
colores combinados y mezclados en una sola masa
negra, que se ocupa de seguir0un camino inagotable y
puro por el que solo han pasado los mismos ángeles y
demonios del no-espacio y no-tiempo hq llegado a
contaminarse de moralidad esquizofrenia social.
El final del camino nunca será divisado por ningún
humano “civilizado”. Lo único que verán es sus
entrañas desgarradas por todo el espacio- tiempo
derrochando inutilidad coluctiva. Su intelecto abatido
por la frustrante inmensidad se verá aplastado por la
nada y todo será un círculo vicioso del cual nadie escapará…