-¿Te puedo ayudar en algo?.- volvió a preguntar ella. Entonces se dio cuenta de que aquella voz metálica no pertenecía a un ser humano. Era una robot. Una bellísima humanoide con inteligencia propia. Se atrevió a contestar. – Busco referencias de camino… pero de camino humano… – ¿Con qué persona, animal o cosa te identificas? – Sólo con el aire, porque no importa la meta, la llegada, la estación… sino solamente el camino – Sube entonces al último piso. Y la bella humanoide se marchó dándole la espalda. De un retrato de anciano con cabello canoso y largas barbas blancas surgió una voz: “La emoción callada, honda y contenida, dará sustancia al alma que inicialmente vacila pero luego toma fuerza en el dominio del aire que la abrirá a la vida”. La mirada del anciano retratado parecía dirigida al infinito…