Un hombre entró a la biblioteca, los estantes estaban vacíos; no había ni un solo libro, nada de nada.
El hombre quedó extrañado, creyendo firmemente que detrás de ese panorama había una broma astutamente montada con cámaras ocultas.
Con frustración se acercó a la mesa de información y allí una joven aburrida sentada y medio dormida pasaba las horas sin poder disimular su hastío; la joven encargada procuraba no quedarse aturdida por el sopor…
“Señorita, permítame una pregunta: ¿porqué no hay libros en las estanterías? ¡Están todas vacías!”
La joven quedó sorprendida y muy amablemente dijo: “Señor, disculpe, aquí, en esta biblioteca, los lectores pueden quedarse los libros que se llevan en préstamo hasta que acaban de leerlos, sin tiempo límite, por ese motivo nunca hay libros en esta biblioteca. ¿Puedo ayudarlo en algo?”
“Bueno señorita… Creo que no entiendo el concepto de cultura que tienen ustedes aquí.” Y tras decir aquello el hombre desapareció de allí y nunca más volvió a entrar.
¡Muy original como son siempre tus historias! Interesante la propuesta que has planteado en el breve relato porque recoges mucho pensamiento en una sencilla idea central.
La biblioteca se llamba “los no devueltos” hay mucha gente, demasiada diría yo, que tiene ese concepto de cultura.
Me ha parecido una forma muy sutil e imaginativa de crítica.