Dejando a un lado la función sexual de la cama (de la cual hablamos en una próxima entrega), la cama es hoy en día, en el mundo contemporáneo de las prisas y los estrés, un verdadero refugio. El mundo nos ha empujado a buscar refugio en la cama (teniendo como aliados al televisor y la radio) y así la cama es el único centro que, dentro de la casa, nos permite enronctrar un lugar íntimo y seguro, para descansar en paz, al que se vuelve después de un día agitado en el mundo exterior, e incluso dentro de la casa misma. La cama da al ser humano la sensación de seguridad y amparo.
Si las dificultades nos apremian, si los nervios nos acosan, si la tranquilidad se nos desmorona, buscamos refugio en la cama y es justamente ahí, en la cama, en donde encontramos la mejor manera de relajarnos y olvidar todos nuestros temores. En este sentido, la cama está en conexión con la función vital de la vida humana.
En ella podemos dormirnos y recuperar las fuerzas para continuar al otro día con nuestra misión en el mundo exterior. Qué sería de los seres humanos si nunca durmiésemos en una cama. Sencillamente no habría posibilidad de cumplir con nuestras expectativas humanas pues estaríamos totalmente agotados y desequilibrados en el mundo actual. Por ello, quien no logra dormirse en la cama, no puede realizarse normalmente afuera, en la vida hostil. Quie tiene temores y no logra serenarse en la cama no puede vivir en condiciones normales.
La vida humana entera, en definitiva, empieza y termina en la cama: es el lugar perfecto desde el que el ser humano se levanta y al que regresa todos los días. En la cama se cierra el círculo del día y de la vida. De ahí que es condición indispensable el que toda nuestra postura corporal y mental esté dispuesta a evaporar las tribulaciones de la vida para poder sentir la sensación de amparo que nos permita dormirnos en la cama. Para el durmiente, según el doctor Van den Berg, “la cama es el lugar sereno, el mundo del silencio, la esperanza silenciosa de que todo se ha de solucionar”.
De este modo, la cama debe ser un lugar íntimamente sentido y valorado, de manera que la asumimos como un espacio íntimo y vital en que que se condensa la segura calidez de la vida. Es tanta la seguridad que la cama da a nuestra vida intrínseca que en la enfermedad, en el sufrimiento y en la ansiedad que de todo el mundo exterior recibimos, se buscan soluciones gracias, en gran parte, al efecto acogedor y a la sensación de bienestar que ella nos brinda. Y al final, hablaremos mañana, de la cama y su función dentro de la sexualidad humana.
De acuerdo en todo, querido Diesel, menos en lo del televisor y la radio. En mi dormitorio no quiero trastos, sólo una lamparita en la mesilla. Rarezas que tiene una.
Totalmente de acuerdo con Carlota.
Un saludo.
Carlota: como se ve que tu pareja duerme placida y silenciosamente. Mi primera esposa roncaba de tal modo que de no ser por la televisión habría pasado incontables noches en sin dormir y “viendo” la oscuridad nada mas…
La cama, esa barca de los sueños. Navegando, navegando.
Una buena lectura, la radio de madrugada, la charla cómplice con quien la compartes, la siesta de verano (que en invierno el trabajo me lo impide), escribir un relato,desde la cama escribir este post … todo esto y más se puede hacer en la cama.
Bonita reflexión, Diesel.