Era una tarde de verano el día que él decidió partir, dejando del corazón de la chica desconsolado y roto, ella miró como se iba el joven al que amaba, y observó después como el rastro de nubes desaparecía poco a poco.
Esa tarde de agosto, ella llegó a su casa con un dolor muy profundo en el corazón, sentía que le faltaba el aire y la razón, las lagrimas brotaban y brotaban, ahora que ella se encontraba sola, se sentía triste y sin rumbo.
El tiempo paso y ella nunca lo olvidó, siempre estaba en su mente aquel joven a quien tanto amó, las calles, las personas, los aromas, las voces, siempre había algo que hacía que lo recordara, no importaba la hora o el lugar, cuando al fin ella creía que lo había olvidado, siempre aparecía alguien o algo que hacía que lo recordará.
Ella siempre se preguntó ¿Qué será de él? A caso. ¿se acordará de mi? O tal vez… ¿habrá logrado olvidarme y seguir adelante?, eran estas preguntas las que siempre la acompañaban a toda hora y lugar.
Un día la chica se encontró con un viejo amigo y él le contó que aquel joven del cual ella estaba enamorada, había sufrido demasiado al dejarla partir, y que le había llorado demasiado y que aun cuando le dolía dejarla, y sabía que era un error, él tenía que ayudar a alguien más.
La chica sabía por lo que había platicado años atrás con aquel joven que se trataba de una persona especial para él, una amiga de toda la vida y la ex novia también quien estaba sumergida en depresión por su abandono en aquel entonces.
La chica, al escuchar aquello, sintió melancolía, felicidad y a la vez tristeza, ambos eran como almas gemelas, recordaba ella que siempre completaban uno las frases del otro, que sin hablarse se llamaban, sentían lo que uno y otro pasaba, y que ese amor era el más maravilloso que alguien podría haber encontrado y que por azares del destino tuvieron que separarse para que alguien más pudiera estar feliz, pero a la vez ella preguntaba cómo era posible hacer feliz a alguien si tú no lo eras y también sabiendo que habías dejado con el corazón desolado a alguien más.
La chica decidió no juzgarlo, aun a pesar del dolor que sentía por no tenerlo a su lado, por los errores que había cometido a lo largo de ese tiempo y por supuesto de la soledad en la que vivía.
Aun hoy en día, ella lo sigue llevando en lo más profundo de su corazón, en la parte más escondida y secreta, pero es feliz porque ha visto nuevamente brillar la luz de la luna en el cielo nocturno.
Precioso, profundo, profesional… eres muy buena contando historias. sobre este tema en pasrtiuclar a veces nos hacen daño queriedno (eso duele) y a veces hscemos daños si querer (eso duele aún má) porwue el dolor que te producen salgunas personas con mala intención se wqueds dentro de ti ylos puedes evacuar como si lo tiraras por el water… pero el dolor que haces a otra persona, aunque sea sin querer, no puedes elmianarlo porque no te pertenece. La otra persomna sufre. Tús sufres más porque lo hiciste sin querer hacerlo y dejó de ser un dolor tuyo. Por eso duele más.
Gracias por las porras Diesel, me has hecho sentir muy bien y gracias porque has entendido el sentido de mi escrito, no es por nada pero me has hecho muy feliz ^_^
Cuando joven deje llorando en su puerta a una lupita hace cuarenta anos quiza tendriamos tres hijos y algunos nietos, pero el mundo es otro, algo pesado aun para mis raices, la juventud se fue y la anoro mis recuerdos de adolecente me tendieron una trampa en la cual estaba una muchacha en un rincon llorando…
Que bella historia y a la vez triste, es mi historia pero de hace unos 10 años casi, y es curioso como entonces las historias se repiten con diferentes actores en diferentes momentos, como a veces podemos ver la cara de la otra moneda, tu historia remonta a unos 40 años y la mia a 10 casi.
Gracias por el comentario pues me ha hecho reflexionar aun más ^_^