De entre los múltiples lugares de nuestra casa, la chimenea, aquella chimenea de antaño, la de nuestra más recóndita infancia, era un espacio cerrado de amparo y seguridad frente a la amenazadora vastedad del mundo exterior. Antiguamente era la chimenea (llamada entonces hogar) en torno a la cual se reunía la familia entera para, al calor del fuego, compartir animadamente y unir más los lazos de la familiaridad, tan venida a menos en la actualidad.
El abuelo era el que más se daba gusto contándonos sus historias y leyendas, que ningún niño que haya participado en aquellas charlas lo olvida nunca en su vida. !Qué épocas aquellas! dicen muchos. La chimenea poseía, además de un lugar acogedor, un significado muy profundo y hasta singular. Ahí se afirmaban los lazos familiares del respeto, la obediencia y la valoración hacia los mayores y el prójimo. Se convertía así la chimenea en el centro de la vida doméstica.
Yo todavía mantengo viva en la memoria escenas de mi niñez pasada (cuando estaba de vacaciones) en la casa de mis tíos abuelos de Cuenca (en la aldea de Molinos de Papel) con cerca de 14 personas alrededor de la grande chimenea, tomando todos castañas y nueces mientras el abuelito Cruz nos narraba sus viejas historias y leyendas del lugar. !Qué épocas aquellas!. Hoy la pocas chimeneas que se ven en los hogares son sólo pequeños lugares para sentarse a meditar, leer un libro o escuchar una bella canción. Pero siempre la chimenea quedará en los recuerdos vivos de quienes compartimos calor humano con el resto de familiares y amigos. Vaya un brindis hoy por las viejas y grandes chimeneas de las casas aldeanas.
Dicen que el progreso es bueno y la evolución , pero que pena que se pierdan esos cálidos momentos de la familia unida sin más sonido que la voz del abuelo contando “batallitas” , hoy en día lo hemos cam,biado por la televisión y demás parafernalias digitales .
Un cálido saludo amigo diesel.
Si, yo también debo muy buenos momentos a las reuniones familiares alrededor de la chimenea, mientras afuera, en el campo, quizá nevaba. Nuestra chimenea era sólo de fin de semana, en nuestro pueblo adoptivo, pero grande, muy grande.