En el horizonte se divisan los estandartes,
portados por aguerridos guerreros
dispuestos a luchar por un ideal.
Hambrientos de venganza y justicia.
Sus pasos, fuertes, vigorosos,
hacen temblar la tierra.
El rumor de sus voces
se escucha a través de la distancia.
De pronto, un silencio aterrador.
Rodea el entorno.
Todos callan, se detienen.
Escuchan un suave sonido.
Notas libinidósas, volátiles,
melodiosas, ensoñadoras.
Les van rodeando.
Penetran en sus oídos,
invaden el interior de su cerebro.
La paz impregna el ambiente suavemente.
Miles de hombres armados hasta lo indecible
quedan petrificados, extasiados.
Una suave brisa les trae la imagen
de una diosa posada en una nube
Una mujer de infinita belleza
portando vestiduras blancas,
sedosas y con ricos adornos.
Hilos de oro trenzan sus cabellos,
tan dorados, que compiten en brillo
con los rayos del sol.
Su hermosura es tal
que nunca olvidaran su rostro.
De sus pies brotan chorros de agua
Cristalina, pura y sanadora.
Suavemente se desliza
sobre aquellos millares de hombres,
en posición invariable, impasibles,
debido a la aparición de la bella Dama.
Les iba rociando sobre sus cabezas
La lluvia de la Regeneración.
La que cura el odio y la maldad,
Convirtiéndoles a todos por iguales.
Sin saber el como ni el por qué,
Todos aquellos hombres despertaron
Del éxtasis en que se vieron sumergidos.
Se sintieron liberados de una gran carga.
Dando media vuelta, cada uno de ellos,
Retomó el camino de vuelta a su hogar,
Les esperaban sus esposas e hijos.
Juntos emprenderían una nueva vida
Llena de Paz y Esperanza entre los pueblos