La de los ojos de color cocacola me tiene enamorado desde el mismo día en que nació en pleno verano. Cocacola llamó a mi puerta. Abrí y allí estaba su transitivo mirar traspasándome el corazón. Desde aquel momento la veía en todas partes y en todas partes su mirada dulce, de cocacola y caramelo, me trasponía más allá de toda cualquier otra realidad. Un desfile de ilusiones sucedía a otro desfile de ilusiones pero Ella, con sus ojos de color cocacola y su mirada dulce, me había traspasado la razón y me había envuelto con su presencia el corazón en sus pupilas. La de los ojos de color cocacola sonreía siempre mientras yo iba derribando los fantasmas del miedo. Y así fue cómo entró dentro de mi para no salir jamás.