El último texto de Carlos Montuenga, Un camino en el bosque, me ha hecho recordar y he desempolvado mis viejos diarios escritos hace unos años donde tengo recogidas impresiones y expresiones diversas sobre algunos de mis diversos viajes de excursión. Busco y encuentro:
Hoy hemos estado todo el grupo en plena naturaleza serrana. Fernando, nuestro “libro de ruta” nos ha conducido hasta el Pinar de Valsaín. El Pinar de Valsaín, en las afueras de San Ildefonso-La Granja, en ese borde donde la provincia de Segovia se roza con la de Madrid para besarse bajo el fresco de la Sierra de Guadarrama, es una gran oportunidad para entrar en contacto con la naturaleza, paseando a través de rutas perfectamente señaladas, bordeando este río Eresma, fresco afluente del Duero, que más tarde pasará por la ciudad de Segovia y en cuyas aguas navegan las alegres y saltarinas truchas…
Todos nos relajamos en esta singularidad de espacio con enorme riqueza avifaunística (hay aquí mças de 100 especies de aves nidícolas). Paseamos animadamente entre pinares silvestres (dicen que un total de 800 especies vegetales existen en Valsaín) de cuyas maderas salen los mástiles de los barcos de una pieza, entre algún que otro pino albar de color blanquecino, entre rebollares de copas anchas y hojas oblongas (tan abundantes ellos en tierras aragonesas y gallegas), pastizles donde pacen grupos de caballos, piornales azules y amarillos (piornales serranos todos ellos) y un encinar cuyos árboles están cargados de bellotas que es alimento prioritario para la gran cabaña de cerdos que se crían en la comarca.
Entre los pinares silvestres yo me introduzco en el binomio humano-naturaleza parado un momento para meditar sobre el paso del tiempo que aquí, sosegado y retenido por la historia centenaria, parece haber detenido su reloj… Es la tierra de los Boletus adulias y los Boletus pinol (hongos que crecen a la par de los musgos y los líquenes).
Y entonces recuerdo la Historia: se sabe que estos montes (situados men la vertiente norte de la Sierra de Guadarrama) es un espacio protegido por la legislación española, que perteneció en siglos pasados a la Ciudad de Segovia antes de ser comprados, en 1761, por el rey Carlos III (el hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio) máximo exponente del despotismo ilustrado en España; el famoso rey del motín de Esquilache (cuando los madrileños se subrevaron ante la prohibición de llevar capas largas y sombreros de ala ancha), y el rey también de la expulsión de los jesuitas, las reformas para imponer limitaciones al poderío de la Mesta, la repoblación de Sierra Morena y el establecimiento de libertad de comercio con América. El mismo rey que, aliado con Francia, fue protagonista contra Inglaterra en la Guerra de los Siete Años.
Este Valsaín, después de pertenecer a la corona hasta 1879, pasó ma ser propiedad privada, después pertenció al ICONA y cuando este organismo fue clausurado fue y es propiedad del Organismo Autónomo Parques Nacionales.
Y de pronto, meditando en la Historia Ilustrada del siglo XVIII, observo a un águila imperial que planea por los etéreos espacios del azul celeste, quizás en busca de comida, hay por aqui también buitres negros, águilas de toda clase, chovas, picos, dormideros leonados… y abundan animales terrestres como las nutrias, los corzos, los fabalíes y una gran variedad de murciélagos.
El caso es que todos pasamos una relajante jornada en los bellísimos parajes de los Montes de Valsaín (observamos desde aquí una espléndida vista del macizo de Peñalara y el Pico de la Mujer Muerta… y entonces Carmen me despierta del sueño y me hace saber que vamos a comer a la Casa Rural de La Chata (en la carretera de Robledo). !Qué delicioso el carpaccio de hongos de Valsaín en su aceite acompañado de piñones de Pedrajas!. !Qué sabrosa la trucha del Eresma!. !Qué agradables las ricas tortas valaínas…!.
Todo esto ocurre antes de dirigirnos hacia La Granja para contemplar sus famosas 14 Fuentes Mitológicas… pero eso pertenece a otra página del Diario.
He traido a colación los maravillosos parajes de Valsaín guiado por los recuerdos tras leer el texto de mi amigo Carlos. Y así, entre repasos de memoria geográfica e histórica, me siento parte intrínseca del binomio humano-naturaleza.
Amigo diesel, muy amenas tus notas de viajes dedicadas a Valsaín. He disfrutado leyéndolas, ya que para mí ha sido sido, desde hace muchos años, un lugar con un encanto muy especial ¡y eso a pesar de que tuve que pasar dos veranos cerca de la Granja de san Ildefonso, en el campamento militar de las Milicias universitarias! espero con impaciencia, el capítulo de tu diario dedicado a las fuentes del palacio