Me da igual que sea 13 martes o 13 miércoles o cualquier otro día 13 de la semana porque ni soy supersticioso ni jamás creeré en las supersticiones. Estoy ante el teclado pensando: “Trece momentos de nuestras vidas pueden ser sólo trece momentos sin importancia o pueden ser trece momentos trascendentales”. Es mi propio pensamiento. No consulto a ningún filósofo supersticioso para declarar esta frase como una simple expresión nacida en esta noche de un 13 cualquiera. También podría haber dicho lo siguiente: “Trece isntantes de cada minuto pueden ser trece instantes de cada pensamiento”. ¿Por qué he pensado esto?. Se lo preguntará quizás más de uno o más de una de esos seres humanos escépticos por naturaleza o escépticos por experiencias. Pues no. No es producto de un escepticismo.
Es producto solamente de un pensamiento mental claro y conciso. Trece instantes son trece momentos y trece momentos son trece partes alícuotas del tiempo que podemos medirlo, precisamente y con total precisión, a través de los minutos que nos pasamos escribiendo ante una pantalla que es la materia física que sirve de juez de testigo de que estoy escribiendo a través de mi Espíritu. Ningún libro abierto donde esté leyendo. Ningún cuaderno abierto donde esté escribiendo. Simplemente escribo a través de mi Espiritu Cristiano. Por eso, por la misma magnitud de mi pensamiento a través de Él, podría haber escrito algo totalmente diferente, como: “Trece secuencias de un día 13 cualquiera pueden ser 13 secuencias tan diferentes como son mi pensamiento propio y el propio pensamiento de cada lector y lectora que esté leyendo esta amplia reflexión”. Sí. Hoy es el mismo día 13 cualquiera para todos nosotros, pero como la relación con Jesucristo es solamente individual y personal de cada ser humano con el que cree en Él es por lo que lo que escribo no era lo que estabas esperando. Quizás, a ver si acierto ahora, estabas queriendo que yo escribiera esto: “Trece momentos de gozo son trece momentos de alegría”. ¿Está mejor así?. Posiblemente sí. Pero seguramente que cada uno de vosotros y cada una de vosotras, si no sois Creyentes, estéis entendiéndome mal. Porque este 13 cualquiera yo escribo sobre el gozo y la felicidad cristiana. Y… ¿sabéis algo importante?… no me da ningún miedo decirlo… aunque alguno de vosotros o alguna de vosotras me rechacéis mi pensamiento, por eso, en este día 13 cualquiera de cada uno de nosotros. Podría complaceros escribiendo: “Trece impulsos de desenfreno son trece impulsos de placer”. Pero no. No es ese mi pensamiento. Ese es el pensamiento de alguno de vosotros y alguna de vosotras. Porque el placer de este día 13 cualquiera (no soy supersticioso Gracias a Dios) para mí el desenfreno es un errático proceder. Dejemos a un lado, de momento, a Jesucristo y hablemos de lo que es un errático proceder en un día 13 cualquiera. Un errático proceder en un día 13 cualquiera como es el de esta noche en que estoy escribiendo será mañana mismo, mañana mismo día 14, una consecuencia fatal para vuestra falsa felicidad. Sí. Podéis reír a carcajadas de lo que pensamos los creyentes de Jesucristo… pero en un día 13 cualquiera, sin ninguna clase de prejuicios ni de supersticiones os escribo defintivamente esto: “Hoy, un trece cualquiera, he aprendido al menos trece cosas nuevas más”. Ahora sí. Ahora quizás ya me estéis comprendiendo. Buenas noches y mañana nos veremos y nos sentiremos a través de la pantalla de la computadora… pero yo tengo la seguridad de que Dios me estará de nuevo cuidando y haciéndome feliz. ¿Eres tú capaz de decir y sentir lo mismo?. Por eso, para despedirme ya, en este día 13 cualquiera que no me importa si es martes o miércoles o cualquier día de la semana os envío la siempre penúltima frase de mi pensamiento (permitidme por favor que la última me la quedo yo, y no soy egoista, para vivir mi propio Sueño nocturno): “Dormid tal como querráis cualquiera de vosotros o vosotras pero para mí la única forma de dormir en paz es solamente con Ella”… aunque algunos pocos o algunos mcuhos (que no es cuestión de cantidad sino de calidad la Verdad de esta Vida) no esteis de acuerdo conmigo. Hasta mañana si Dios quiere. Dejo de reflexionar porque me espera un pequeño y sencillo café con agua para meditar antes de ir a dormir. Os prometo que, al mirar a las estrellas, pensaré en cada uno de vosotros o vostoras, en cómo sois, en cómo pensáis y en como acertáis u os equivocáis. Y es que, al final, a través del Espíritu Santo, siempre soy así de humano nada más.