Me encuentro a solas en un cibercafé de la ciudad de Quito. Estoy reflexionando sobre la persona ahora que me encuentro tan lejos de mi lugar de residencia. Y empiezo a recordar algunas viejas ideas aprendidas en los cursos de filosofía humana. Medito sobre la persona en sí misma y la persona como individuo, mientras escribo sobre la pantalla de la computadora que transporta mis reflexiones a esa patria universal nuestra conocida como Vorem. Esto es lo que pienso sobre la persona en estos momentos de soledad creativa…
Así como hay motivos para oponer persona y esencia, también lo hay para oponer persona e individuo: hay muchos individuos, incluso perfectamente individualizados y subsistentes, que no son personas; pero, en sentido contrario, toda persona es también un individuo.
La persona, en cuanto a que es persona y se define como persona, es un individuo. Porque si suprimimos toda referencia a un sujeto individual (individuo) el pensamiento deja de ser personal y se hace hasta inexistente (y la persona no puede ser tal si carece de pensamiento de persona, individualizado del pensamiento de los demás).
La individualidad expresa a la vez unidad interna y distinción con respecto a los demás. En ese contexto la persona aventaja a todo lo demás existente; por eso sus actos y sus actividades tienen (o deben tener siempre) coherencia interna cuyo principio se encuentra en lo más íntimo de ella misma. Esta adhesión activa a si misma es la forma más auténtica de la unidad personal (el individuo).
Por se más una en sí misma, la persona es también más distinta de las demás. No sólo porque su apertura a lo universal la hace capaz de recibir diversas vocaciones, sino además porque con esa misma apertura, gracias a la libertad, la hace capaz de respuestas diversas en cualquier situación en que se encuentre.
Cuanto más rica es en su ser la persona más individuo es (posee una existencia más individualizada). Un animal está más individualizado que una planta; un mono o un caballo está más individualizado que una lombriz… y un ser humano (una persona) está más individualizado (es más individuo) que cualquier otra cosa. Por eso no hay término medio (cuando nos referimos a la persona) entre lo individual y lo universal. Y lo universal no existe sino arraigado en el individuo (que entonces es cuando pasa a ser persona).
Termino de reflexionar. Doy el sorbo al último trago de mi café y cierro mi comunicación con Vorem mandándoos un saludo a todos vosotros, personas pertenecientes a esta universalidad vorémica.
!Chapeau, Diesel!. Vaya nivel de conciencia. Me ha dejado verdaderamente meditando tu bello y profundo texto filosófico. Y estoy de acuerdo contigo. La persona es como lo has definido. Un besote.
Basicamente de acuerdo con todo lo que expresas es esta reflexión. Pero pienso que muchas personas dejan de serlo cuando se introducen en la masa.
Un saludo.
Estoy totalmente de acuerdo, especialmente haciendo referencia en la frase
“cuanto más rica es en su ser la persona más individuo es”.
Me parece una reflexión dentro de tu reflexión muy interesante.
Un abrazo
lo explicas perfectamente, nunca antes lo había visto con tal claridad.
Se vé que la distancia te inspira.
Un abrazo.