La sonrisa de la flor boliviana está triste, mustia, apagada… algo así como si un misteroso brujo hubiera dibujado, con su tétrico pincel, una diabólica línea. Mientras tanto Don Evo Morales (que quiere guiar los destinos de mi querida Bolivia a las épocas de los brujos y los chamanes, hundiendo en la ignorancia y el desconocimiento a su porpio pueblo), sigue manipulando y jugando al mus (haciendo pareja con su entrañable Chávez venezolano) con toda clase de señales prohibidas (porque hay que saber que en el juego del mus hay señales nobles y válidas y señales falsas e ilícitas. Sí, flor de mi querida Bolivia, así es la Historia del Mus del cual sabemos tanto los vascos, los madrileños y todos los españoles.
Bueno, el caso es que existe la Esperanza. Y quizás la Esperanza logre que la sonrisa de la flor boliviana recupere su esplendor y su belleza y se convierta en una sonrisa alegre y feliz. A Dios.