Lo ha dejado escrito Benzamín Prado en el diario El País del 28 de este mes de junio: “El fútbol es como todo lo demás, y por lo tanto hay dentro de él un millón de aspirantes a genio a los que para ser Picasso les falta audacia y para ser Van Gogh les sobra una oreja”. Pero casi nunca los verdaderos sabios buscan ser genios de la sombra ajena…
En este mundo donde el resultado suele ser más importante que el talento, el beneficio que se obtiene de las cosas está muy por encima de su verdadero valor0y la fama de una persona casi nunca está de acuerdo con sus cualidades, es enormemente satisfactorio poder sentirse auténtico, ~o ser imitación de nadie y, como principio de sabiduría, convertirse en diferente de todo lo de}ás pero entrañable unión con el0resto.
Es excelente signo de salud vital poder girar en torno de uno mismo y verse, por todas partes, lejos de la violenta insatisfacción personal que supone ser conocido como la sombra de otro. Es muchísimo más placentero ser luz de sí mismo, aunque esto suponga un pertenecer al lugar de los solitarios donde se reflexiona sobre los límites humanos.
Apartarnos de los habituales fantasmas del costumbrismo social de la actualidad y del protagonismo impersonal es difícil de conseguir pero sirve para ser feliz mientras vivimos, porque con ello sorteamos el problema de la existencia basada en los espejismos o, en otras palabras, de la inconsistencia ajena que nos hace claudicar del propio yo.
Procedemos de una gran cantidad multiplicadora de circunstancias y es muy importante, para conseguir la autoestima, no verse como espantajo de la vida ajena sino como protagonista principal de nuestro propio sueño; ese sueño donde el reparto de prioridades está basado en lo que realmente somos y hacemos, tanto en lo psíquico como en lo físico, siendo capaces de construir y recuperar continuamente el tiempo que nos toca vivir con intensidad.
Por eso amo la recoleta Plaza del Olmo donde voy, todas las partes, a leer unas cuantas páginas del libro de turno, a la sombra de esas ulmáceas que reciben la luz del sol y, al anochecer, son alumbradas por las farolas mientras las gentes pasean y se solazan bajo sus sólidos troncos y sus flexibles ramas; allí donde los anónimos sabios son realmente trascendentes.
Fe de Errata: donde dice ¨voy todas las partes¨debe decir ¨voy todas las tardes¨. Efectivamente, todas las tardes me siento en la Plaza del Olmo de Alcantarilla para leer poesía o prosa de algún autor o autora que encuentro entre los anaqueles de la Biblioteca de Murcia.