Su primera toma de contacto con ella fue el día de su cumpleaños. Al principio estuvo reticente y obtuso, ¿cómo se atrevía a usurpar su espacio sagrado de cuatro ruedas sin él solicitarlo?
A medida que iban pasando los días se acostumbró a su presencia que irradiaba luminosidad, pero sobre todo, lo que más le gustaba de ella era su voz.
La voz de “Esmeralda” tenía matices sobrios e imperturbables, aunque un poco jodelones también.
Como en cualquier relación que se precie no lograron evitar las broncas, a veces varias en el mismo día, sobre todo cuando ella se empeñaba en darle clases de conducción, eso le ponía de muy mal humor, o cuando lo que ella proponía significaba dar un rodeo innecesario para llegar a su destino, entonces hacía acto de presencia el energúmeno que todos llevamos dentro mientras conducimos y le gritaba -¡cállate de una vez, tía pesada! y “Esmeralda” languidecía por un “off” brusco y cortante.
Poco duraba su silencio porque en cuanto llegaba a una encrucijada de caminos la echaba de menos y la perdonaba acariciando de nuevo el “on” y ella le contestaba con cierto retintín…
–Recalculando el recorrido-.
Glosagon.
Interesante tu relato, Glosagon, porque es que, además de corto pero interesante (como mandan los cánones del Vorem aunque yo lo considero muy relativo porque a veces no se produce tal hecho y un relato muy largo también puede ser muy interesante pero eso es ya “harina de otro costal” para comentar en otro momento) resulta que tiene un final sorpresivo, sorprendente y bien enlazado con la trama. Me gusta ese final “críptico” que deja en suspenso cualquier reacción espontánea. Lo considero un relato muy bien logrado. Un abrazo cordial.
Supongo que “Esmeralda” es la voz del GPS instalado en tu coche. Si no, ¿a qué viene el “on” y “off”?
Es gracioso y ocurrente, bien hilvanado.