Había nacido para jugar el papel de idiota en esta vida. Su primera verdad
fue descubrir que ser idiota no le suponía dolor. Pasó el tiempo y le resultaba imposible dejar de ver lo que le obligan a ver.Cuando hizo la primera comunión le vistieron de gris porque el blanco resulta demasido caro. Entró como un adicto en la sacristía de su parroquía, porque al menos si era idiota podía llevar colores más vivos. La segunda verdad que descubrió fue quedar obligado toda la vida a salvarse del demonio, y esto le asustaba. Como una rata se metía entre las sábanas mientras su mente gris buscaba la ayuda de un ángel vengador. Le salieron canas antes de tiempo. No supo jamás que hombre había llegado a la luna. Tampoco supo si podía amar o podía odiar, porque los idiotas se fabrican con precisión absoluta. Cuando llegó el momento de morir descubrió la tercera verdad. Estuvo en el hospital mirando hacia la pared durante una semana. Era blanca. Allí no ocurría nada. Le tranquilizaba. Una mañana cerró los ojos y sintió miedo. No dijo nada porque no había nadie a quien revelar la tercera verdad, ésa tan importante que se llevó con él.