Me gusta, de manera muy especial, una famosa frase de la Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) misioneroa de origen albanés que dice: “Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal”. Y es que cuando se ama de verdad a una sola mujer, pero de verdad para siempre y no sólo cuando las cosas vienen bien dadas, es necesario pasar pruebas, muchas pruebas, y superarlas todas con buen talante, alegría y hasta sano humor. Podría recordar muchísimas pruebas de amor que he tenido que superar con mi chavalilla (guapisima y juvenil siempre) pero recuerdo, de manera muy especial, una que me sucedió al poco de estar casado con ella.
Resulta que la primera comida que me sirvió cuando ya pudimos comprar casa propia (San Roberto, número 10, piso primero, en el Barrio madrileño de El Batán que está frente a la Casa de Campo) fue desastrosa porque se le quemaron las lentejas. Cual quier gruñón, desgradable y poco amoroso esposo (que suele ocurrir bastante más frecuente de lo que os podéis imaginar) lo que hace, cuando no sabe amarla completamnte y en los momentos malos también) es echarle una bronca de padre y muy señor mío, denigrarla diciendo que es una inñutil y que no sabe cocinar, decirle que a ver si aprende de su mamá a cocinar, ponerla verde (en los casos más graves hasta agredirla o bien de palabra o bien de palabra y hasta físicamente porque existen, y no os soprendáis por ello hasta hombres tan brutos como para llegar a esos extremos), dar un portazo con la puerta de la calle y marcharse tranquilamente a comer él solo (en alguno9s casos hasta con su “amiguita” de turno que también los hay de esa especie) a un rtestaurante. Sin embargo yo osn puedo poner un caso de amor profundo, rotundo y verdadero que me pasó a mí.
Al quemarse todas las lentejas lo que hice fue comenzar a reír para que Ella también riese y decir que siriviese el plato y no la desprecié sino que le dije que eran las mejores lentejas que había comido en mi vida y hasta me parece que le pedí que me pusiese más una vez que me comí las que me sirvió como primer plato porque no era cuestión de despreciar nada después de haber hecho todo el esfuerzo que pudo y haber puesto buena voluntad. Eso es, y perdonad que me ponga como ejemplo, pèro sólo es para demostrar que la amo de verdad y solamnte deverdad y para siempre (para la Eternidad) pero como dice cierta canciön de Mari Trini: “Así fue así pasó” pero nada de tercer amor ni de segundo amor sino de primer y único amor.
Y es que cuando amamos de verdad a la mujer de neustro Gran Sueño es muy fácil decirla frases rimbombantes y grnadilocuentes, darle todas las serenatas que nos podamos gastar contratando a marichis bajo su ventana, decirles cosas tan hermosas y tan atrevfidas que hasta la luna y las estrellas se enrojecen, contarle toda clase de aventuras imaginables e inimaginables y demás cosas ostentosas que os podñeis imaginar… pero ¿quñe pasa con las pequeñas cosas? ¿qué sucede con las cosas cotidianas del día al día? ¿Qué ocurre a espa princesa a la que tanto dicen idolatrar y amar cuando quema las lentejas sin darse cuenta?. ¡Ahí, en esos detalles es donde se demuestra si te jas casado con ella por su belleza f´ñisica y su simpatía pero nada más!. En esos detalles es donde se demuestra la verdad de la verdad deñl verdadero y noble amor y donde se derrumban millones de matrimonios de manera lasdtimosa.
“Ama hasta que te duela. si te duele es buena señal”. Esta frase de la Madre Teresa de Calcuta la escribo aquín porque es realista, es cristiana y es la verdad del (verdadero y noble amor. Pues eso. “Lecciones para aprender no enseñan más que a solo querer” (esta frase es mía y, perdonad que no sea hipócrita, pero me la pongo como ejemplo). Y así, día tras día, semana tras semanas, mes tras mes y año tras año… comiendo tantas lentejas quemadas sin darle importancia, sonriendo y diciéndola que son las mejores lentejas que has probado en tuvida; incluso mucho mejores que las que te servía tu propia madre… es como se sabe si la amas noblemente y de verdad o solamento por su esculural físico agradable. Espero que este ejemplo hay sido lo suficientenete acertado como para que lo hayáis podido comprender… porque puedo poner otros muchos ejemplos más pero con las lentejas quemadas ya es más que suficiente. Y en esto del amar o no amar de verdad a una chavalilla espectacular pasa como con las lentejas: hoy tienes de comer lentejas (quemadas) si las quieres las tomas y si no las dejas… porque otro más enamorado de ella se las comerá por ti. Y luego no reclames a Dios nada de nada de nada si no has sabuido comerte las lentejas (quemadas) con una sonrisa amable y, además, si puedes hasta la invitas después al cine porque estñan echando la pelñicual que más le gusta a Ella aunque para tí sea un petardo de pelñicula (que esto es otra prueba más para saber si la amas de verdad) pero que la ves todo atento y luego la comentas con ella invit´ñandola a una conversación, a solas, en el restaurante chino que tanto le gusta a Ella pero a ti te repatea el estómago (y esto es otra prueba de las muchas que se deben superar porque cuanto más buena estñe la chavalilla más pruebas seguidas tendrá que superar cada día) diciendo que te gusta mucho, por ejemplo, el cerdo agridulce aunque estñe del cerdo agridulce hasta el gorro; pero te lo comes y además le cuentas, siempre son lasonrisa abiuerta y sincera y sin falsedad alguna, una historia de tu aventura con los indios záparo por ejemplo, que no importa si es verdad que la viviste o la imaginas pero que a Ella le encanta escuchar.
Y si has superado estas preubas es que la amas de verdad y no solamente por espectcular físico como es, y perdonen por decirlo pero soy sincero y no fatuo, mi caso. Beunas noches y a comer lentejas quemadas como priemra prueba que tendréis que superar su amáis a una mujer de tales calibres y si no podéis dej´ñarsela a otro que si pueda… y me refier a cdomerse las lentejas quemadas sin poner ni tan siqueira un mal gesto aunque el estómago esté haciendóos sugrir unas cuantas horas porque las hgortas se superan pero el desamor descubre a quiene no son de verdad verdaderos amantes nobles.