Ahora que falt amuy poco para que comience la nueva temporada de la Liga Espñaola de Fútbol os traigo a la memoria este viejo relato que escribí hace años en estas páginas de Vorem.com del cual nunca jamás renunciaré a ser parte.
Cuentan las leyendas del pueblo que en la Catedral (el San Mamés de los vascos de Bilbao), hubo una vez un grupo de hombres rojiblancos, con corazón de león, que allá por 1956 lucharon y lucharon y lucharon… hasta conquistar la Liga y la Copa del fútbol español. Fue en 1956. Los once titulares eran Carmelo; Orúe, Garay, Canito; Mauri, Maguregui; Arteche, Uribe, Arieta, Marcaida y Gaínza. Había también otros suplentes como Lezama, Sertucha, Etura, Merodio, Bilbao…
pero lo imponente de aquella hazaña es que, como todas las hazañas,
se convierte en legendarias acciones de hombres (y a veces mujeres también) que representan el sentir de un pueblo. Yo escuchaba las viejas leyendas vascas en alguna pequeña habitación de una humilde casa. Y allí nació Diesel. Con los colores rojiblancos pero muy lejos de Bilbao, con los estigmas del Gran Capitán, el inolvidable Piru Gaínza, el Gamo de Dublín (ya se habían ido Iriondo, Venancio, Zarra y Panizo de la delantera bilbaína), impregnado de aires marineros y sueños de traineras pero muy lejos, muy lejos de Bilbao… más muy cerca, muy cerca de San Mamés; la vieja Catedral futbolera donde se tejieron miles de leyendas que fueron enzarzando en el interior de Diesel un recuerdo con aromas de gestas del Cid de Euskalerría: aquel Gaínza que al morir el siglo XX nos dijo adiós dejándonos su chapela como recuerdo. Diesel se formó asi, en unos campos de arena, barro y cal… muy lejos de San Mamés pero muy cerca del corazón de los leones. Quizás sea por eso que me emociono cada vez que rememoro aquella alineación de titulares que me contaron alrededor de alguna vieja fogata, en el crudo invierno de alguna aldea perdida en la soledad de alguna comarca de Vorem.
El caso es que desde Carmelo Cedrún Ochanategui hasta Agustín Gaínza Vicandi, tengo la enorme alegría de llevar una escarapela de mi “Bilbao” (Athletic Club le llaman otros) en un pleno corazón que nació muy lejos, muy lejos del Bocho… pero muy cerca, muy cerca de Archanda.
Y la leyenda del 56 se fue prolongando tarde a tarde, cuando Diesel aprendía a domar balones en los descampados de barrios marginales, hasta crear una especie de pintura impresionista que dejó grabada su expresión en su mirada. El Piru se fue, pero la chapela del Piru aún levanta oleada de pasiones en el espíritu de Diesel. Y con un vuelo rojiblanco marco gol de fantasía en la red de las ilusiones en un campo muy lejos, muy lejos de la Catedral pero muy cerca, muy cerca de San Mamés.
Las leyendas de la catedral, como muchas otras leyendas, son historias reales, ciertas y verdaderas ¿verdad que sí, Agirregabiria?. Un saludo muy cordial Si
puedo mañana rememoro las Leyendas del Chopo que, al igual que las de la Catedral, también adornan de sueño al pueblo euskara de los vascos. Y Diesel sigue domando el balón para intentar trazar una pase de tiralíneas al alguno de sus compañeros de equipo (el Vorem Club de Fútbol y demás Deportes en General). Si el pase de Diesel (que esta vez no es el viejo “pase de la muerte” junto al poste y hacia atrás… sino el nuevo “pase de la vida” frente al área y hacia delante) que va destinado a algún compañero ha sido bien trazado (siempre acertamos o fallamos según sirvamos para a nuestros compañeros de equipo) será porque algún otro voremista se eleve hacia las alturas, busque la palabra-balón con la cabeza y, haciendo los “tres tiempos” marque una palabra-golazo por toda la escuadra (allí donde las telarañas tejen la tela de las historias y las leyendas). De todo corazón un saludo, Agirregabiria y un abrazo cordial al voremista que marque el golazo de “Inicio de Temporada”.
!Adelante, Vorem!.