No poder estar aquí, viviéndonos instantes de sentimiento acumulados en el transcurrir de las almas y los sueños, y de los cuerpos y sus sentidos, y de las múltiples semillas de las vivencias y los recuerdos… es sentir las cadenas y no poder desligarse de ellas. ¡Sabed que hay seres humanos que no poseen la libertad!. Es cierto. No es necesario ir a países llamados subdesarrollados para encontrarse con hombres que viven la esclavitud de sus prohibidas licencias para pensar, de sus prohibidas licencias para sentir y ¡creedlo! de sus prohibidas licencias para caminar. En el sentido exacto de las palabras he visto a hombres que viven despojados de sus libertades.
Las causas de sus condenas pueden ser varias… pero lo patético del caso es que no me estoy refiriendo a quiénes viven encarcelados por haber delinquido o haber cometido actos violentos contra las personas o las instituciones. Me refiero a seres humanos que están sometidos, en contra de su libre voluntad, a vivir sin los plenos derechos a los que podrían aspirar.
Dependientes de otros seres humanos que los tienen amarrados al duro oficio de tener que aceptar sus encierros (en el término exacto escribo esto de encierros) son hombres que han caído en la desgracia de no tener suficiente valor o posibilidades propias para rebelarse y conseguir la libertad. Sencillamente no pueden hacerlo por causas ajenas a ellos mismos; por causas contra las que desean luchar pero no tienen medios ni posibilidad alguna a no ser que quienes les esclavizan tengan compasión y los liberen.
Por eso yo os digo que es morir en vida no poder estar aquí, viviéndonos instantes de sentimientos acumulados en el transcurrir de las almas y los sueños, y de los cuerpos y sus sentidos y de las múltiples semillas de las vivencias y los recuerdos.
Me quiero hoy sumergir en el enamorado sentimiento de transitar libremente por la vida y verme aquí, en este tiempo, viviendo una alegría infinita por encontrar junto a todo ello la libertad de poder expresarme y expresarlo. ¡Qué gran libertad es esta de poder tener todo el espacio al que alcanza nuestra vista para poder caminar por él!. ¡Y poder sentirlo!. ¡Y poder vivirlo!. ¡Y poderlo contar!.
No existe un sueño humano más ansiado que ese camino que troquela los espacios y que nos hace tanta falta como el aire para vivir. Ese camino se llama Libertad y hay lastimosamente hombres a los que se les tiene determinante prohibido el recorrerlo. Cierto y real como la esclavitud misma.
Saludos Diesel:
Regresamos todos a un punto central…la reflexión sobre libertad, vida y angustia existencial. El mundo se difumina, como una nube tras la brisa. Nos liberará la palabra, no la fe, sino el sentido existencial que culmina en tus textos o en el ejercicio de compartir. Aquí habitamos un espacio donde toda concepto es sostenible y recuperamos un derecho primordial…el de sabernos caminantes haciendo camino. Don Antonio siempre tuvo razón. Grcias.
Hola buenas. Es triste no poder saludar de una manera más cercana.
Me ha sido muy grato leer tus palabras sobre presas y presos. He de decir que presxs somos todxs, cárceles mentales en nuestra vida cotidiana que es necesario derribar.
A veces quien está privado de libertad física, está tambvién en mejores condiciones para liberarse.
un abrazo
La falta de libertad es tan cierta como que vivimos con nuestra propia celda de piel a cuestas.
Muchas veces somos carceleros de nuestra propia cárcel y fabricamos puertas, límites y fronteras imaginarios que nos impiden el camino a la libertad.
¡Abrid las puertas!
El que habla (más bien escribe) arriba soy yo.
El anonimato me persigue. ¡Ah, aureas mediocritas, dorada medianía! La mediocridad del ciudadano anónimo es la pequeña cárcel del día a día.
Un saludo del anónimo Onlythebestones.