Parece ser que los mengues hacen saltar algún oculto mecanismo virtual para que en Vorem salgan a veces comentarios firmados por “Anónimo” que luego se confirman que tienen nombre concreto. En este sentido, yo tuve hace años un jefe en la oficina donde trabaja entonces que continuamente repetía la frase coloquial conocida como “me cachis en los mengues”. Pero ¿qué son los mengues?, ¿de dónde procede tal vocablo y por qé se les impreca a los mengues cuando algo sale contrario a lo que deseamos que salga?. Me ha interesado este vocablo y lo comienzo a investigar…
En primer lugar he de señalar que en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española no existe tal palbra en plural (mengues) pero, sin embargo, sí que existe en singular (mengue). Y resulta que para los académicos de España y otros países de habla hispana, mengue significa (en lenguaje coloquial) sinónimo de “diablo” pero entendido éste como ángel caído en desgracia por haberse rebelado ante Dios. Así que los “mengues” son diablos aviesos que tuercenlas sanas voluntades de quienes intentan llevar a cabo una acción singularmente honesta.
Hasta aquí estamos de acuerdo si nos dejamos llevar por el arduo trabajo investigativo de los sesudos señores y señoras de las Academias Hispanas; pero, me sigo preguntando ¿de dónde surgió este vocablo?, ¿cuál es el orige de la palabra “mengues”?. Pues bien, lingúisticamente, la palabra o vocablo “mengues” pertenece al lenguaje caló (la jerga propia del pueblo gitano) y está tan extendida entre éstos como puede ser la palabra “payo” o el vocablo “churumbel”.
Los gitanos que penetraron en España por la Bahía de Cádiz (pues hay que saber que grupos gitanos entraron en España por Andalucía (Al-Andalus entonces) procedentes de África del norte mientras otros grupos gitanos llegaron a España atravesando los Pirineos procedentes de Europa Central y Francia) trajeron entre su jerga milenaria (el caló) la palabra “mengues” para referirse a los diablos que se escaparon de la cárcel de las profundidades marinas donde estaban encerrados y condenados a vivir alli a perpetuidad en forma de caracoles marinos o pulpos gelatinosos.
Es por eso, por su origen caló andalusí, por lo que la provincia española donde más se usa la palabra “mengues” (“me cachis en los mengues”, “por si los mengues”, “muchos mengues te coman”, “que te lleven los mengues”, etc.) es Cádiz, en donde son considerados especies de duendes aviesos que vuelan por sobre las torres de los castillos y los tejados de las viviendas para colarse, después, oir ventanas y rendijas. Y, efectivamente, en los célebres torneos literarios que se celebran en Cádiz por la época de los carnavales es continua la referencia a los mengues en las letras y estribillos de sus canciones. Así, por ejemplo, una cnación finalista en el Carnaval del año 2005 fue la titulada “El Torreón de los Mengues”. Y dicen los gaditanos y gaditanas de tradición milenaria que estos duendes (mengues) se pasan todo el tiempo pensable (siempre están ahí) en la atmósfera del celeste azul, para molestarnos continuamente.
Pero no sólo en Cádiz han hecho excepcional tradició en España los mengues. Al otro lado opuesto de la península ibérica (en la norteña provincia de Santander que ahora se llama Cantabria) también son famosos los mengues que aquí son conocidos por el nombre popular de “Caballones del Diablo” y que poseen una fuerza hipnótica verdadermaente descomunal para entrar en los humanos y derrumbar sus fuerzas psíquicas.
Moviéndose en los universos paralelos y provenientes del mundo marino que existía “antes del tiempo” contactan con los humanos penetrando en nuestras psiques y nos producen un caos mental de tal magnitud que llegamos inevitablemente a pensar que todo lo que conocemos no tiene sentido. Y como producto de esto se llega a la locura. Por eso es necesario no invocar a los mengues ni citarlos para nada; puesto que si escuchan que los nombramos (tienen un oído sensacional aunque normalmente son ciegos, están lobotomizados y se les domina con el sonido de una flauta) acuden rápidamente a tomar posesión de nuestras mentes.
Mas una vez descubierto que el vocablo o palabra “mengues” forma parte del lenguaje caló y de las creencias supersticiosas de los gitanos, yo he seguido preguntándome que si que deben ser de la jerga caló, pero ¿cómo llegaron al pueblo gitano?. Estoy seguro de que los “mengues” tienen un origen ancestral mucho más antiguo de donde debieron llegar al pueblo gitano y a otros pueblos. Y efectivamente. Es así. Tienen un origen antiquísimo y también son conocidos en otros pueblos distintos y diferentes al de los gitanos.
Investigando más sobre la palabra “mengues” he hallado algo asombroso. El nombre de “mengues” está citado en el ¿libro? escrito por el árabe Abdul al-Hazad en el año 701 en la ciudad de Damasco. Abdul al-Hazad fue un poeta loco árabe que vivió e pleno apogeo de los Omeyas. El ¿libro? fue puesto a la luz pública por el cálebre escritor inglés Lovecraft. El libro se llama “Necronomicón”. Esto es lo que afirma Lovecraft, célebre escritor de relatos de terror y ciencia-ficción. Pero se sospecha (de ahí que haya escrito ¿libor? entre interrogativas) que es un invento de este escritor y que este libro no existe ni ha existido jamás. Fuertes controversias hay todavía entre los aficionados a la literatura sobre la existencia o no existencia del “Necronomicón” arábigo que cuenta Lovecraft que tiene un contenido tan peligroso sobre historias de magias y brujerías que el papa Gregorio IX lo prohibió definitivamente y lo incluyó en el Ïndice de Libros Prohibidos por la Iglesia Católica en el año de 1232 (y todo esto sin saberse la verdad de si existía o no). Fue prohibido en toda Europa de la Alta Edad Media.
Los mengues del Necronomicón nacen de los rumores nocturnos que producen ciertos insectos y que se suponían eran el murmullo de esta clase de diablos. En el libro “Necronomicón” (que traducido al español significa “El Libro de los Nombres Muertos”) se haya el origen más remoto posible del vocablo “mengues” pues pertenece, según las investigaciones, a civilizaciones anteriores a la arábiga del siglo VIII según la fantasía del célebre escritor inglés.
Y vuelvo a encontrar una pista que me remonta a las primeras civilizaciones (5.000 años antes de Cristo) hasta las raíces de los Imperios Mesopotámicos e inicios de la Grecia Ancestral. Y he podido leer que viven en los aires de la atmósfera de las ruinas de Babilonia y en los subterráneos secretos de la ciudad de Menfis, así como en la soledad de los desiertos de Arabia del Sur llamados Rub al-Khali (Espacio Vacío) y Dahan (Desierto Escarlata) donde se encuentran en forma de espíritus del aire.
Y para terminar, una vez ya finalizada mi investigación lineal, inspecciono otros caminos paralelos y descubro que los “mengues2 también son conocidos en las culturas ancestraes africanas y asiáticas.
En el África Negra (en el eje que va desde Guinea Ecuatorial hasta Benin) toman el nombre de “djin” y “gul” respectivamente. El “djin” es un demonio africano (sinónimo del “mengue” caló) que habita en la atmósfera y se le conoce como Demonio del Desierto. Los “djines” son muy aficionados al vino y a otras bebidas alcohólicas y siempre terminan borrachos mientras se apoderan de las mentes de los famosos “poetas del vino” de la Antiguedad áfricana y árabe. Tan conocidos son los “djines” en África que una cantante negra nacida en Benin y que hoy reside en Nueva York tras haber vivido muchos años en París (la famosa Angelique Kidjo) ha grabado un disco en este mismo año 2007 titulado “Djin Djin” y que está cantado en idioma yoruba. También en el idioma swahili se conoce a los “djines”.
El “gul”, por su parte, es un demonio necrófigo africano (Guinea Ecuatorial) procedente de antiguas leyendas orientales arábigas, que habitan en la atmósfera de los cementerios, penetran en las tumbas y se alimentan de los cadáveres. El vocablo original de “gul” es, en árabe, “Al-ghul” (demonio) que se tradujo por Algol en los famosos cuentos de Las Mil y Una Noches. Estos “gules” (también llamados “goles”) estáncaracterizados como verdaderos zombies y ahora se han puesto de moda en numerosos cómics, animes y mangas donde practican el vampirismo.
Para finalizar este trabajo investigativo me falta sólo citar que por la línea asiática los origenes de los mengues se encuentran en los más antiguos mangas japoneses. Son estos diablos japoneses conocidos con el nombre de “Los mengues del Chojín” y aparecen en el libro titulado Urotsukideji (escrito en forma de OVAS) en el cual se dice que Chujín es un dios que romperá las barreras de la incomprensión y traerá la paz definitiva para todos los continentes (algo que se dice que está ocurriendo ya en el Tokyo actual). Pues bien; para evitar el fin de la presente civilización y la llegada de la paz mundial globalizada existen los “mengues” japones que ellos los denominan “makai”.
Tanta tienen los “djines” y “Chojín” en el mundo artístico actual que el último sobreviviente de la cultura hippy en Ibiza es un alemán nacido en 1951 en la ciudad de Dusseldorf (por lo que tiene 56 años ahora) que vive en Ibiza desde 1983 y que es dibujante y pintor se hace llamar a sí mismo como Djin Onen,
En cuanto a “Chojín” vive en la actualidad un conocido cantautor rapero madrileño (nacido en 1977 en Torrejón de Ardoz y que por lo tanto tiene hoy 30 años de edad) que se llama Domingo Edjan Moreno y se autodenomina “El Chojín” en nombre del dios que unirá al mundo a pesar de la resistencia de los “makais” (los mengues japoneses). Domingo Edjan Moreno es hijo de padre ecuatoguineano y madre extremeña.
Todo esto es lo que ha dado de sí mi investigación sobre los mengues. En cuanto al tema del supuesto libro titulado “Necronomicón” es digno (si para algunos puede ser interesante leerlo) una investigación separada del contexto general de los mengues. Esa investigación todavía la estoy llevando a cabo. Estoy en ello. Dentro de algún tiempo la acabaré y la publicaré en la presente Sección Divulgación de este mi querido planeta Vorem.
¡¡Caray, qué exhaustivo!! Bueno, Diesel, no volveré a pronunciar la palabra maldita pero se podrá usar “duendes”, espero.
Es que en mi casa debe haberlos, sólo así se explica que algunas cosas las busquemos como desesperados y aparezcan al cuarto de hora en donde habíamos mirado mil veces. No nos hacen ningún otro estropicio, pero nos toman el pelo a todos, no sólo a mí. Creo que son traviesos pero buena gente, sólo quieren jugar un rato o, quién sabe, hacernos recapacitar sobre algo.