Un soplo de aire fresco por el colchón
y, al poco, una quietud sorprendente.
Bajo cero, el silencio del refrigerador.
Cerré los ojos de ganas de verte.
Cuando noté que no estabas llegó el terror,
eché la culpa al alcohol que tomaba,
a la pinta del cielo -qué mala, por Dios-,
y estaba muerto de miedo y cantaba.
… No tienen sexo los ángeles, no tienen sexo los ángeles…
Te quitaste de enmedio con rapidez
como en la vez en que no supe nada.
El aire helado que fuiste y que vino a traición
quedó divino y de muerte en mi espalda.
No quise darme la vuelta o mirar atrás,
cobarde ante una pared desnuda y blanca.
Por la mañana miré hacia el sol cegador
y vi la vida mejor, y no me gustaba.
…No tienen sexo los ángeles, no tienen sexo los ángeles…
Gracias al Sr. Chinarro, por los buenos momentos, y a Juliet, por los que vendrán.