Robinson Crusoe siempre llevaba un lorito sobre sus hombros. Millones de “robinsones” planetarios llevamos un libro en nuestras mochilas mientras caminamos pausadamente por las alamedas de algún atardecer. Entre el lorito de Crusoe y nuestros libros hay un puente de unión, una especie de nexo llamado Eternidad. Nuestro compañero y amigo voremista grekosay dejó escrito en cierta ocasión que a la Eternidad la veía algo así como muy espesa e inasible. Es cierto. Pero también yo a la Eternidad la veo, desde un punto de vista orgánico casi genético o molecular, muy pequeña y muy cercana a la vez. No porque la Muerte esté ya rondándome con su ineludible presencia sino todo lo contrario. Ha llegado el tiempo en que a la Muerte ya no la tengo ni miedo ni pavor…
Antes sí. Antes tenía temores hacia la Muerte. Pero si Dios quiere, si la Vida quiere, si el Destino quiere o si cualquier otra Causa que esté en la mente del lector de este texto así lo desea… todavía me quedan muchísimos años por vivir. Esa Eternidad tan pequeña y cercana que yo preveo es tan alcanzable porque está ubicada en un lugar llamado Siempre o en un lugar llamado Nunca. Siempre y Nunca vienen a ser la misma cosa. Por eso una noche de graffitis en la ciudad de Guayaquil dejé escrito en un muro blanco la siguiente consigna: No me mates Nunca, eternidad, y déjame vivir Siempre. Unos días después otro graffitero ajeno a mí escribió debajo de aquella consigna: Siempre es demasido benigno pero Nunca es demasiado cruel.
Siempre se recordará a Crusoe gracias a Daniel Defoe y yo sé que llegará un día en que Nunca se nos recordará a los millones y millones de “robinsones” que caminamos por las alamedas de un atardecer. Pero esa Eternidad tan pequeñita como el átomo energético de nuestra voluntad será continuamente, por encima del Tiempo de todos los Tiempos, el lazo de unión entre el lorito de Crusoe sobre sus hombros y los libros ubicados en el interior de nuestras mochilas. Posiblemente sea el Vorem esa pequeñita Eternidad de la que os hablo… o simplemente todo esto sólo sea el sonámbulo sueño de mi espíritu trasnochador.