En 1085, tras la conquista de Toledo, los taifas de Sevilla y Badajoz hicieron un llamamiento a los almorávides. Viendo en peligro su propia subsistencia y presionados por las distintas parias que eran obligadas a pagar a los reinos cristianos que a su vez tenían que revertir sobre su propia población. Si sumamos la presión fiscal sobre la población, la poca eficiencia militar, bandidaje y la corrupción de los funcionarios hizo que los almorávides derrotaran a Alfonso VI en la batalla de Zalaca de 1086, y en los años siguientes acabaran con el resto de los taifas.